La sensación que había empezado a sentir cuando iba hacia el timbre aumentaba cada vez mas. Era un sentimiento encontrado que hacía subir mi adrenalina como nunca antes. Cuando la ví pasar hacia el espejo la primera vez, tragué saliva, mi ritimo cardiaco era como de docientos por minuto y mi cara estaba ardiendo. Creo que en las areas mas inferiores de mi humanidad las cosas estaban aún peor (o mejor?).
Estaba sorprendido con su elegancia para la ocasión. Para impresionarla me había puesto un pantalón y unos zapatos que compré especialmente y me entusiasmó ver que ella se alistaba para salir, cuando por teléfono solo le había hablado de vernos y de llevarle un "artículo de hipertensión muy interesante". Mi presentación, creo que "chillaba" un poco con la suya, pero podía ser que si le interesara de verdad yo, y no el artículo, que por cierto tuve que ir a sacar del último número de la revista Chest de la universidad para salir con algo acorde con lo anunciado.
Era el momento de la verdad. De la confrontación uno al lado del otro.Si... parados. Las dos veces que hasta ahora , había estado próximo a ella, ambas la misma noche, en el salón de conferencias y en su auto, estábamos sentados. Ahora..Era la hora.
Como el optimista que siempre he sido y seré, todavía esperaba ser tan alto como ella. Era casi imposible. El espejo en el que se arreglaba estaba altísimo y su cara se reflejaba en la parte superior de éste. Pero todavía no tenía puntos de referencia para compararme, así que me daba ánimo internamente: "tu puedes ser tan alto como ella, vamos, vamos" me decía, mientras me preparaba nerviosamente para ponerme de pié. Hice rápidamente uno ejercicios de estiramiento que había hecho en algún tiempo dizque para "mantener la posición mas erguida en el cuerpo y mejorar la estatura". Los repetía hasta el dolor, desesperado. "Puede ser que ahora si funcionen" pensé.
Recordé una noche reciente, que junto a Ll., fuimos a ver "El Código Da Vinci" en un exclusivo cine, y nos topamos con una larguirucha del tamaño de ella y yo quería demostrar a toda costa que yo era tan alto como ella, cuando a todas luces era descabellado. Me preparé durante toda la película estirándome como decía el libro, para luego salir y afrontar mi triste realidad.
Con N. era un sentimiento encontrado. Si como yo lo creía, su estatura sería muy superior a la mía, por un lado la odiaría como a nadie, y por el otro, la desearía y la amaría como nunca. Quería compararme con ella, claro que sí, pero no quería reconocer que me llevaba mas de diez centimetros. Del odio al amor , y del amor al odio. Increíble sentimiento. Para enloquecer. Como con Ll. pero aún mas humillado y mas excitado a la vez.
Después de unos dos minutos en los que se paró frente al espejo terminádose de arreglar (Qué se podría estar arreglando ésta perfección de la naturaleza?), volvió a entrar caminando rápido a su cuarto para recoger su bolso. De nuevo, el sonido rápido de sus tacones sobre el parqué, aumentaban mi locura. Tomó un llavero de la mesa que estaba bajo el espejo y se dirigió hacia la sala para saludarme.
Nada puede explicar lo que se siente al tener los ojos de uno debajo del mentón de una chica. Uno siente que el corazón se le desprende de pronto, que ya no puede más. Me sentí como un pequeño niño. De repente me sentí mareado, como viendo borroso, su apartamento me daba vueltas. Como aquella vez en el supermercado con Ll. y la pareja de grandulones. Pero ahora ante una mujer de cara angelical y vestida como una diosa, a la que deseaba y quería devorar. Como un angel gigantesco, que te cuida pero que te alecciona.
Con una odiosa sonrisa que me pareció de burla por la diferencia de tamaño, pude intuir que se agacharía para darme un beso de saludo, pero yo, creyendo ser más rápido, me empiné disimuladamente para no ser tratado como un pequeño y besarla en la mejilla con sus ojos frente a los míos.
Pero...Sorpresa: no logré tal altura con mi maniobra desesperada. Increíblemente seguía siendo mas bajito.
Esto si fué mi debacle. Ese horrible sentimiento de envidia y excitación me tenía al borde del suicidio. No aguantaría esa locura. Con Ll. me sentía pequeño, pero al lado de éste mastodonte me sentía aún mas enano. Como si Ll. fuera mi mamá pero N. mi papá, aún mas grande y amenazante.
Mantuve todo el tiempo mi cabeza bien erguida, pero era imposible mirarla de frente a su barbilla. No parecía medir uno con ochenta y siete como le dijo a sus contertulios en la charla. Sobre su pantalón llevaba un cinturón metálico que, bien pude calcular, estaba por encima del nivel de mi ombligo. Saliendo del apartamento pude ver que casi se agacha para pasar por el marco de la puerta. Estos dos parámetros la hacían , también por cálculo, superior a los uno con noventa metros.
Así que, desesperado, busqué de nuevo el antídoto. Mis explicaciones. Me decía : "tranquilo Juan, tanquilo Juan tiene unos taconsotes de ocho centímetros, tiene unos taconsotes de ocho centímetros, tranquilo, tranquilo". Casi lloraba. Mi corazón a cuatrocientos intentaba calmarse con mis razonamientos.
Pero en mi cama, esa noche, esa imagen de tener sus ojos todavía por encima de los míos aún estando empinado y ese cinturón suyo casi en mi pecho, me atormentaron. No dormí un minuto. Si medía mas de uno noventa, con unos tacones de ocho centímetros , entonces medía uno con ochenta y dos como mínimo. "No, no puede ser mas alta que Ll., no puede ser mas alta que Ll.". "Entonces Ll. en tacones también casi toca el marco de las puertas?". "Tienen que existir los tacones de diez centímetros, tienen que existir,Dios mio".
A diferencia de mi primer encuentro con Ll., no me atreví a preguntarle la estatura. Ya era suficiente para esa tarde. Era un riesgo absoluto. Podría quedar traumatizado psicológicamente y ya sin retorno a una vida cuerda. Podía ser.. mas alta que Ll.
Al dirigirnos los dos hacia la salida casi sentía su hombro derecho, cubierto por la fina seda de su blusa, sobre mis ojos. N.se despidió en voz alta de su amanerado amigo y éste salió de la cocina para despedirse. Me sorprendió que no se aterró con la diferencia de estatura.
domingo, 31 de mayo de 2009
sábado, 30 de mayo de 2009
Del Odio al amor...2
Toda esa semana pensé en ella. No me la podía sacar de la cabeza. Intentaba hacerme a la idea de que no la había conocido, que no la volvería a ver, que Ll. era lo mejor que me había pasado.
Pero luego se me venía a la cabeza su estatura, la posibilidad de que en realidad si midiera uno con ochenta y siete, su hermosa cara, su ropa, sus botas, su auto, su inteligencia...y estaba al borde de la locura. Ese estado del que tanto hablan ahora parecido a la demencia, llamado enamoramiento se estaba apoderando de mi.
Decidí actuar como el pusilánime que siempre había sido. Esperaría para ver si las cosas se iban a dar. Esperaría a ver si me llamaba. Pero los días pasaron y N. no me llamaba. No estaba acostumbrado a ésto. Con las otras chicas ocurría que ellas finalmente volvían a aparecer por ellas mismas. Pero ésta vez no era así. No soy el tipo mas atractivo del mundo, pero tenía mi orgullo. N. me tenía desesperado. Creía que yo le había interesado. Pero estaba empezando a pensar que simplemente había sido amable conmigo. Todos mis pensamientos terminaban en ella, y siempre concluía que era perfecta.
Pensé en quedarme con la duda. Sin saber para siempre si podía haber sucedido algo o si era una mera ilusión. Pero no aguanté las ganas de averiguarlo y humillándome como nunca, un mes y un día después de aquel cinco de mayo, tomé la decisión de llamarla. . Recuerdo que las manos me temblaban solo con buscar su nombre en la lista de contactos del celular. Casi cuelgo antes de que me contestara pero pensé que sería todavía mas patético. La saliva se me secó al momento de empezar a hablar. Gaguié como nunca lo había hecho. Ella fué muy amable, pero sonaba indiferente y envidiablemente segura comparada con lo que yo estaba sintiendo. Le pregunté si había vuelto a charlas académicas, si ya había conseguido trabajo y que dónde vivía. Con ésta última pregunta logré conseguir una excusa razonable para volverla a ver. Le dije que un familiar mío vivía muy cerca de ella y que tenia un documento de hipertensión muy interesante que me habían dado en un simposio al que ella no había ido y que se lo podía mostrar.
--Quieres que nos veamos?-- contestó con una risa burlona y convencida, que terminó por intimidarme mas.
Sin embargo, me convirtió en el hombre mas feliz del mundo cuando aceptó.
Me dijo que fuera a su apartamento. Obviamente, yo no tenía ningún familiar viviendo cerca a ella ni ningún documento de hipertensión nuevo interesante
Era un edificio bonito pero no demasiado ostentoso. El portero me hizo pasar luego de anunciarme. Vivía en un cuarto piso. En el ascensor me sentí el mas patán de los hombres, pues con Ll. supuestamente todo iba mejor que nunca. Creo que sentía en mis oídos los latidos del corazón cuando toqué el timbre de su apartamento. Me abrió un muchacho bastante amanerado y mas bajo que yo. Pensé que no podía ser su hermano. "Su mejor amigo quizás?" pensé.
El muchacho me dijo que me sentara en la sala y la esperara. Mientras se dirigía posiblemente hacia la cocina llamó a N. para anunciar mi llegada. No sé cuando tiempo pasó, pero para mi fué una eternidad.
Hasta que de nuevo, la volví a ver. Traía una exquisita blusa de seda rosado claro con la manga hasta un poco mas abajo del codo. Unos pantalones de cuero negros, bastante ceñidos. Creo que solo una o dos veces mas en mi vida había visto una prenda tan hermosamente vestida por una mujer. Se había puesto unas botas también negras, que parecían ser distintas a las que le había visto en la conferencia, pero también tenían un tacón considerablemente alto. El sonido que hacían éstas mientras caminó por el piso de parqué fué realmente para enloquecer. Tenía enredado un cepillo a un lado de su cabello, que parecía recién planchadito.Traía algo así como una hebilla en la boca. Me saludó rápidamente sin siquiera dejarme parar y siguió con una descarada seguridad hacia un espejo que había cerca de la puerta.
Lo que estaba viendo en éste momento explicaba la razón de mi existencia. La explicación que ni Platón, ni Descartes ni el Vaticano le habían podido dar a un ser humano de treinta y seis años. No podia haber nada mas bello sobre la faz de la tierra.
Pero luego se me venía a la cabeza su estatura, la posibilidad de que en realidad si midiera uno con ochenta y siete, su hermosa cara, su ropa, sus botas, su auto, su inteligencia...y estaba al borde de la locura. Ese estado del que tanto hablan ahora parecido a la demencia, llamado enamoramiento se estaba apoderando de mi.
Decidí actuar como el pusilánime que siempre había sido. Esperaría para ver si las cosas se iban a dar. Esperaría a ver si me llamaba. Pero los días pasaron y N. no me llamaba. No estaba acostumbrado a ésto. Con las otras chicas ocurría que ellas finalmente volvían a aparecer por ellas mismas. Pero ésta vez no era así. No soy el tipo mas atractivo del mundo, pero tenía mi orgullo. N. me tenía desesperado. Creía que yo le había interesado. Pero estaba empezando a pensar que simplemente había sido amable conmigo. Todos mis pensamientos terminaban en ella, y siempre concluía que era perfecta.
Pensé en quedarme con la duda. Sin saber para siempre si podía haber sucedido algo o si era una mera ilusión. Pero no aguanté las ganas de averiguarlo y humillándome como nunca, un mes y un día después de aquel cinco de mayo, tomé la decisión de llamarla. . Recuerdo que las manos me temblaban solo con buscar su nombre en la lista de contactos del celular. Casi cuelgo antes de que me contestara pero pensé que sería todavía mas patético. La saliva se me secó al momento de empezar a hablar. Gaguié como nunca lo había hecho. Ella fué muy amable, pero sonaba indiferente y envidiablemente segura comparada con lo que yo estaba sintiendo. Le pregunté si había vuelto a charlas académicas, si ya había conseguido trabajo y que dónde vivía. Con ésta última pregunta logré conseguir una excusa razonable para volverla a ver. Le dije que un familiar mío vivía muy cerca de ella y que tenia un documento de hipertensión muy interesante que me habían dado en un simposio al que ella no había ido y que se lo podía mostrar.
--Quieres que nos veamos?-- contestó con una risa burlona y convencida, que terminó por intimidarme mas.
Sin embargo, me convirtió en el hombre mas feliz del mundo cuando aceptó.
Me dijo que fuera a su apartamento. Obviamente, yo no tenía ningún familiar viviendo cerca a ella ni ningún documento de hipertensión nuevo interesante
Era un edificio bonito pero no demasiado ostentoso. El portero me hizo pasar luego de anunciarme. Vivía en un cuarto piso. En el ascensor me sentí el mas patán de los hombres, pues con Ll. supuestamente todo iba mejor que nunca. Creo que sentía en mis oídos los latidos del corazón cuando toqué el timbre de su apartamento. Me abrió un muchacho bastante amanerado y mas bajo que yo. Pensé que no podía ser su hermano. "Su mejor amigo quizás?" pensé.
El muchacho me dijo que me sentara en la sala y la esperara. Mientras se dirigía posiblemente hacia la cocina llamó a N. para anunciar mi llegada. No sé cuando tiempo pasó, pero para mi fué una eternidad.
Hasta que de nuevo, la volví a ver. Traía una exquisita blusa de seda rosado claro con la manga hasta un poco mas abajo del codo. Unos pantalones de cuero negros, bastante ceñidos. Creo que solo una o dos veces mas en mi vida había visto una prenda tan hermosamente vestida por una mujer. Se había puesto unas botas también negras, que parecían ser distintas a las que le había visto en la conferencia, pero también tenían un tacón considerablemente alto. El sonido que hacían éstas mientras caminó por el piso de parqué fué realmente para enloquecer. Tenía enredado un cepillo a un lado de su cabello, que parecía recién planchadito.Traía algo así como una hebilla en la boca. Me saludó rápidamente sin siquiera dejarme parar y siguió con una descarada seguridad hacia un espejo que había cerca de la puerta.
Lo que estaba viendo en éste momento explicaba la razón de mi existencia. La explicación que ni Platón, ni Descartes ni el Vaticano le habían podido dar a un ser humano de treinta y seis años. No podia haber nada mas bello sobre la faz de la tierra.
domingo, 3 de mayo de 2009
Del odio al amor...
No se si es odio. Pero al menos es envidia, y de la buena.
Envidié a Ll. mas que a nadie hasta que conocí a N. Sigo queriendo ser al menos tan alto como Ll. pero N...me enloquece. Es aún mas alta y no se si habrá alguien tan increíble como ella de nuevo en mi vida. Pero ahora que me dejó por un grandulón, la envidio aún mas.
Ese primer momento en su auto es lo mas excitante que he sentido en mi vida.
Era una reunión académica sobre Cardiología. El salón de conferencia tenía las mesas dispuestas en forma de Ce. Yo llegué un poco tarde y, feliz o infelizmente, me tuve que acomodar en una silla a su lado. Ella estaba hablando con el cardiólogo que iba a dar la charla con bastante confianza. Parecía conocerlo de antes. Yo nunca tuve una relación tan cordial con un profesor. Mi nivel académico no me permitía esos lujos reservados para los mas brillantes. Y por su propiedad para hablar antes, durante y después de la exposición me pude dar cuenta que N. era una médica realmente brillante. Como estaba bonita y a su lado , protocolariamente los saludé a ella y al profe,e intercambié algunas palabras que no recuerdo.
Y no lo recuerdo porque aquella noche mi mente estaba centrada.. en su tamaño. Aunque era (y es ) muy bella, toda la velada estuve calculando su estatura, obsesionado. "Con razón me va tan mal. Yo intentando adivinar su estatura y ella concentrada en lo científico" pensé.
Que cómo me di cuenta de su estatura? Ahí empieza lo emocionante.
Desde que llegué, noté que N. no era pequeña. Pero de ahí a sospechar su real tamaño pasaron unos veinte minutos. La espalda me estaba molestando. No lograba acomodarme en la silla. Creía que ésta estaba descompuesta, como suelta del espaldar, pero no. Así que me di cuenta que la tenía que mirar hacia arriba estando sentado. Entonces me imaginé que mi silla era mas pequeña... pero no era así. Tal vez está sentada sobre una almohada o algo..de nuevo error. No recuerdo sentirme mas pequeño que una mujer mientras permaecía sentado, desde que era niño.
El corazón me empezó a latir a mil por hora. Disimuladamente empecé a fijarme en la longitud de sus piernas y presentí lo peor. Abandonaría aquel lugar lo mas rápido posible para no estar parado junto a ella.
El jefe de los representantes que organizaban la reunión se sentó junto al speaker y empezaron a hablar jobialmente con ella. De pronto, en la conversación, a la que yo no prestaba mucha atención (ya saben porqué) ella, de repente dijo "UNO CON OCHENTA Y SIETE". Luego sus interlocutores se rieron y se miraron sorprendidos y ella sonrió. Y Siguieron hablando, pero ahí si fué mi Troya "interior".
"Uno con ochenta y siete". No podía haber dicho una frase menos crucial. Yo estaba como loco. Se me puso la piel de gallina, la cara estaba encendida y el corazón a dos mil. "Mide uno con ochenta y siete?. Imposible". Trataba de encontrar una explicación. Al fin pude mirar sus zapatos. Traía unas botas de cuero con unos super tacones. "De diez centímetros. Ahí está. La maldita mide es uno con setenta y siete y está hablando de como queda con los taconsotes".
Ya habiendo encontrado una explicación, aún quedaban cuatro centimetros de ventaja. "Pero al menos son menos de los siete que me lleva Ll."pensé.
Pero, en todo caso, no quería pararme al lado de ella. Sería humillante.
Sirvieron la comida y si bien intercambié otras palabras acerca de la "Hipertension secundaria", mi premura era terminar y despedirme para no toparmela a la salida.
Estaba en un hotel donde llegan con frecuencia taxis a recoger a turistas o visitantes. Pero los astros estaban a favor de que conociera a N. No llegaba ninguno en ese momento. Y el tiempo pasaba. Yo miraba nervioso a la salida del salón. Como salí de primero ví salir otros colegas. Ellos, creo que notaron mi intranquilidad. Salian mas pero para mi alivio ella no lo hacía.
Pasaron unos quince minutos cuando empezó a aproximarse por la via de los autos, no un taxi sino un Renault Twingo creo que de los último modelo. Paró junto a donde yo estaba y pitó. Creí que esperaba a otro médico o alguna otra persona, pero me estaba llamando a mí. Como los vidrios era un poco oscuros solo cuando me agaché a ver quien era entré en presíncope. Era N. Era demasiado hermosa para negarme al favor que me iba a hacer de bajarme a un sitio mas cercano donde fuera mas fácil tomar un taxi.
Me subí, obviamente bastante nervioso. Era el ser humano mas hermoso que había tenido tan cerca. Me dijo su nombre. Yo le dije el mío. Cada palabra que me decía era música.
Pero al mismo tiempo yo estaba temblando. Su silla, la del piloto del carro, estaba colocada mas hacia atrás que la mía. Fué cuando pude ver la dimensión de sus piernas. Su tronco definitamente era muy largo. Seguía viéndola hacia arriba en el auto, como en el salón de la charla. Pero yo ya me había hecho a la idea de que era solo cuatro centímetros mas alta.
Intercambiamos teléfonos, porque casualmente teníamos bastantes intereses profesionales en común.
No me la podía sacar de la cabeza. A las dos de la mañana me desperté y casi dormido le mandé un mensaje de texto a Ll. diciéndole que la amaba. Ya no era tan cierto.
Al dia siguiente, fuí a donde Ll., a olvidar del todo a N. "Mi Ll. es mas grande, mi Ll. si es grande" pensaba inconscientemente. Eso lo razoné meses después. Pero no aguanté la tentación de mencionarle a la "chica que decía medir uno con ochenta y siete, pero que sumaba sus bototas de diez centímetros". Ll. se encargó de bajarme de la nube. "No hay tacones de diez centímetros" me dijo.
Además me hizo caer en cuenta que N. me había impactado demasiado. "Ese mensaje que me mandaste anoche parece como si hubieras estado con otra vieja" me dijo. Las mujeres son brujas.
Lo cierto es que después de esas dos noches, N. pasó a ser mi obsesión, mi tótem, mi vida. "No hay tacones de diez centímetros? Será cierto entonces que mide todo eso?.
Si nunca se me olvida el 22 de septiembre de 2000, si que menos se me olvida el 5 de mayo de 2006.
Envidié a Ll. mas que a nadie hasta que conocí a N. Sigo queriendo ser al menos tan alto como Ll. pero N...me enloquece. Es aún mas alta y no se si habrá alguien tan increíble como ella de nuevo en mi vida. Pero ahora que me dejó por un grandulón, la envidio aún mas.
Ese primer momento en su auto es lo mas excitante que he sentido en mi vida.
Era una reunión académica sobre Cardiología. El salón de conferencia tenía las mesas dispuestas en forma de Ce. Yo llegué un poco tarde y, feliz o infelizmente, me tuve que acomodar en una silla a su lado. Ella estaba hablando con el cardiólogo que iba a dar la charla con bastante confianza. Parecía conocerlo de antes. Yo nunca tuve una relación tan cordial con un profesor. Mi nivel académico no me permitía esos lujos reservados para los mas brillantes. Y por su propiedad para hablar antes, durante y después de la exposición me pude dar cuenta que N. era una médica realmente brillante. Como estaba bonita y a su lado , protocolariamente los saludé a ella y al profe,e intercambié algunas palabras que no recuerdo.
Y no lo recuerdo porque aquella noche mi mente estaba centrada.. en su tamaño. Aunque era (y es ) muy bella, toda la velada estuve calculando su estatura, obsesionado. "Con razón me va tan mal. Yo intentando adivinar su estatura y ella concentrada en lo científico" pensé.
Que cómo me di cuenta de su estatura? Ahí empieza lo emocionante.
Desde que llegué, noté que N. no era pequeña. Pero de ahí a sospechar su real tamaño pasaron unos veinte minutos. La espalda me estaba molestando. No lograba acomodarme en la silla. Creía que ésta estaba descompuesta, como suelta del espaldar, pero no. Así que me di cuenta que la tenía que mirar hacia arriba estando sentado. Entonces me imaginé que mi silla era mas pequeña... pero no era así. Tal vez está sentada sobre una almohada o algo..de nuevo error. No recuerdo sentirme mas pequeño que una mujer mientras permaecía sentado, desde que era niño.
El corazón me empezó a latir a mil por hora. Disimuladamente empecé a fijarme en la longitud de sus piernas y presentí lo peor. Abandonaría aquel lugar lo mas rápido posible para no estar parado junto a ella.
El jefe de los representantes que organizaban la reunión se sentó junto al speaker y empezaron a hablar jobialmente con ella. De pronto, en la conversación, a la que yo no prestaba mucha atención (ya saben porqué) ella, de repente dijo "UNO CON OCHENTA Y SIETE". Luego sus interlocutores se rieron y se miraron sorprendidos y ella sonrió. Y Siguieron hablando, pero ahí si fué mi Troya "interior".
"Uno con ochenta y siete". No podía haber dicho una frase menos crucial. Yo estaba como loco. Se me puso la piel de gallina, la cara estaba encendida y el corazón a dos mil. "Mide uno con ochenta y siete?. Imposible". Trataba de encontrar una explicación. Al fin pude mirar sus zapatos. Traía unas botas de cuero con unos super tacones. "De diez centímetros. Ahí está. La maldita mide es uno con setenta y siete y está hablando de como queda con los taconsotes".
Ya habiendo encontrado una explicación, aún quedaban cuatro centimetros de ventaja. "Pero al menos son menos de los siete que me lleva Ll."pensé.
Pero, en todo caso, no quería pararme al lado de ella. Sería humillante.
Sirvieron la comida y si bien intercambié otras palabras acerca de la "Hipertension secundaria", mi premura era terminar y despedirme para no toparmela a la salida.
Estaba en un hotel donde llegan con frecuencia taxis a recoger a turistas o visitantes. Pero los astros estaban a favor de que conociera a N. No llegaba ninguno en ese momento. Y el tiempo pasaba. Yo miraba nervioso a la salida del salón. Como salí de primero ví salir otros colegas. Ellos, creo que notaron mi intranquilidad. Salian mas pero para mi alivio ella no lo hacía.
Pasaron unos quince minutos cuando empezó a aproximarse por la via de los autos, no un taxi sino un Renault Twingo creo que de los último modelo. Paró junto a donde yo estaba y pitó. Creí que esperaba a otro médico o alguna otra persona, pero me estaba llamando a mí. Como los vidrios era un poco oscuros solo cuando me agaché a ver quien era entré en presíncope. Era N. Era demasiado hermosa para negarme al favor que me iba a hacer de bajarme a un sitio mas cercano donde fuera mas fácil tomar un taxi.
Me subí, obviamente bastante nervioso. Era el ser humano mas hermoso que había tenido tan cerca. Me dijo su nombre. Yo le dije el mío. Cada palabra que me decía era música.
Pero al mismo tiempo yo estaba temblando. Su silla, la del piloto del carro, estaba colocada mas hacia atrás que la mía. Fué cuando pude ver la dimensión de sus piernas. Su tronco definitamente era muy largo. Seguía viéndola hacia arriba en el auto, como en el salón de la charla. Pero yo ya me había hecho a la idea de que era solo cuatro centímetros mas alta.
Intercambiamos teléfonos, porque casualmente teníamos bastantes intereses profesionales en común.
No me la podía sacar de la cabeza. A las dos de la mañana me desperté y casi dormido le mandé un mensaje de texto a Ll. diciéndole que la amaba. Ya no era tan cierto.
Al dia siguiente, fuí a donde Ll., a olvidar del todo a N. "Mi Ll. es mas grande, mi Ll. si es grande" pensaba inconscientemente. Eso lo razoné meses después. Pero no aguanté la tentación de mencionarle a la "chica que decía medir uno con ochenta y siete, pero que sumaba sus bototas de diez centímetros". Ll. se encargó de bajarme de la nube. "No hay tacones de diez centímetros" me dijo.
Además me hizo caer en cuenta que N. me había impactado demasiado. "Ese mensaje que me mandaste anoche parece como si hubieras estado con otra vieja" me dijo. Las mujeres son brujas.
Lo cierto es que después de esas dos noches, N. pasó a ser mi obsesión, mi tótem, mi vida. "No hay tacones de diez centímetros? Será cierto entonces que mide todo eso?.
Si nunca se me olvida el 22 de septiembre de 2000, si que menos se me olvida el 5 de mayo de 2006.
viernes, 1 de mayo de 2009
Medium or Small?
Creía que era Large. Esa es mi talla cuando compro ropa. Estaba seguro y orgulloso de ello. Si alguna vez me encontraba con alguien mas alto que yo, simplemente pensaba que se salía del patrón de tamaño normal pero mi vida seguía como si nada.
Hasta que conocí a Ll. En esa época ella tenía unos veinticuatro años y yo treinta. Su figura delgada me recordó a una jugadora de volleyball que conocía. Era pecosa y eso me encanta, sobre todo en las mujeres que no son demasiado blancas. Cuando me aproximé a ella me sorprendió su estatura. Me dijo que medía uno con ochenta. Siete centímetros mas que yo.
Nunca había salido con una chica mas alta que yo. Por eso creo que nunca había notado ese mundo de gigantones que habita a mi alrededor.
Al principio me sentía un poco incómodo con su tamaño, pero su cuerpo y su cara me encantaban, así que esos pensamientos los hacía a un lado.
Hasta que sucedió. No lo puedo olvidar. La noche del viernes 22 de septiembre de 2000. Estabamos Ll. y yo en un centro comercial de la zona exlcusiva de mi ciudad. Estabamos pagando unas revistas en el supermercado que estaba practicamente sin clientes, cuando vi pasar a una pareja hacia uno de los corredores entre los estantes. Nada particular. Hasta que se me ocurrió "la brillante" idea de comprar unas nueces finas y me devolví hacia los estantes, dejando a Ll en la caja. Me dirigía rápidamente hacia el sitio donde estaban las nueces. La pareja que había visto estaba muy cerca de las benditas avellanas asi que me aproximaba raudo hacia ellos. Hasta que estuve a unos pasos. Recuerdo haber frenado abruptamente de caminar. Increíble, el tipo medía como uno con noventa y la chica era del tamaño de Ll.
No sé que me ocurrió. De pronto las sensaciones incómodas que sentía al estar con Ll, se juntaron con la sensacion de estar al lado de ésta pareja. Tuve que acercarme mucho a ellos para obtener lo que quería, y fué la sensación mas extraña que había sentido. Era una mezcla de total incomodidad y total placer. Como un masoquismo sano. La chica ni me miró, el tipo me miró y se sonrió (ggrrr!).
De pronto, el supermercado casi vacío, me hacía pensar inconscientemente, que era el mas pequeño del lugar, aunque no recuerdo si en la caja había una mujer (que tenía que ser mas bajita o si no aquella noche lo hubiera notado todo) o un tipo alto.
Desde ese momento mi vida cambió. De ser un tipo seguro, convencido de ser fuerte e inteligente, me fuí convirtiendo en un "temeroso pequeñín".
Pero estar junto a una chica mucho mas alta que yo es una sensación extraña. A veces me siento como protegido. Pero como quiero ser como ellas, las envidio también.
Un psicólogo al que fuí hace como tres años, me dijo que tenía un trauma de infancia. Que mi mamá no me había protegido lo suficiente de otro adulto que muy probablemente también era una mujer;y eso había creado una sensación de necesidad de protección no resuelta, pero a la vez de un temor a amenazas de una persona con poder sobre mi y probablemente del sexo contrario. También me dijo que tenía unas bases demasiado conservadoras, donde el hombre siempre ha sido el fuerte de la pareja y eso aumentaba mi frustración.
Y en verdad que estoy frustrado. Lo he intentado todo. Desde suplementos para crecer hasta la cirugía. Pero todo ha aumentado aún mas mi desespero. He gastado millones, sin ser rico. Y lo peor es que,siendo médico, se que es casi imposible lograr una mejor estatura. Lo único es la cirugía, pero no está a mi alcance económico. N. me dice que me ayuda con ésto, pero yo soy demasiado orgulloso.
Hasta que conocí a Ll. En esa época ella tenía unos veinticuatro años y yo treinta. Su figura delgada me recordó a una jugadora de volleyball que conocía. Era pecosa y eso me encanta, sobre todo en las mujeres que no son demasiado blancas. Cuando me aproximé a ella me sorprendió su estatura. Me dijo que medía uno con ochenta. Siete centímetros mas que yo.
Nunca había salido con una chica mas alta que yo. Por eso creo que nunca había notado ese mundo de gigantones que habita a mi alrededor.
Al principio me sentía un poco incómodo con su tamaño, pero su cuerpo y su cara me encantaban, así que esos pensamientos los hacía a un lado.
Hasta que sucedió. No lo puedo olvidar. La noche del viernes 22 de septiembre de 2000. Estabamos Ll. y yo en un centro comercial de la zona exlcusiva de mi ciudad. Estabamos pagando unas revistas en el supermercado que estaba practicamente sin clientes, cuando vi pasar a una pareja hacia uno de los corredores entre los estantes. Nada particular. Hasta que se me ocurrió "la brillante" idea de comprar unas nueces finas y me devolví hacia los estantes, dejando a Ll en la caja. Me dirigía rápidamente hacia el sitio donde estaban las nueces. La pareja que había visto estaba muy cerca de las benditas avellanas asi que me aproximaba raudo hacia ellos. Hasta que estuve a unos pasos. Recuerdo haber frenado abruptamente de caminar. Increíble, el tipo medía como uno con noventa y la chica era del tamaño de Ll.
No sé que me ocurrió. De pronto las sensaciones incómodas que sentía al estar con Ll, se juntaron con la sensacion de estar al lado de ésta pareja. Tuve que acercarme mucho a ellos para obtener lo que quería, y fué la sensación mas extraña que había sentido. Era una mezcla de total incomodidad y total placer. Como un masoquismo sano. La chica ni me miró, el tipo me miró y se sonrió (ggrrr!).
De pronto, el supermercado casi vacío, me hacía pensar inconscientemente, que era el mas pequeño del lugar, aunque no recuerdo si en la caja había una mujer (que tenía que ser mas bajita o si no aquella noche lo hubiera notado todo) o un tipo alto.
Desde ese momento mi vida cambió. De ser un tipo seguro, convencido de ser fuerte e inteligente, me fuí convirtiendo en un "temeroso pequeñín".
Pero estar junto a una chica mucho mas alta que yo es una sensación extraña. A veces me siento como protegido. Pero como quiero ser como ellas, las envidio también.
Un psicólogo al que fuí hace como tres años, me dijo que tenía un trauma de infancia. Que mi mamá no me había protegido lo suficiente de otro adulto que muy probablemente también era una mujer;y eso había creado una sensación de necesidad de protección no resuelta, pero a la vez de un temor a amenazas de una persona con poder sobre mi y probablemente del sexo contrario. También me dijo que tenía unas bases demasiado conservadoras, donde el hombre siempre ha sido el fuerte de la pareja y eso aumentaba mi frustración.
Y en verdad que estoy frustrado. Lo he intentado todo. Desde suplementos para crecer hasta la cirugía. Pero todo ha aumentado aún mas mi desespero. He gastado millones, sin ser rico. Y lo peor es que,siendo médico, se que es casi imposible lograr una mejor estatura. Lo único es la cirugía, pero no está a mi alcance económico. N. me dice que me ayuda con ésto, pero yo soy demasiado orgulloso.
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