No se si es odio. Pero al menos es envidia, y de la buena.
Envidié a Ll. mas que a nadie hasta que conocí a N. Sigo queriendo ser al menos tan alto como Ll. pero N...me enloquece. Es aún mas alta y no se si habrá alguien tan increíble como ella de nuevo en mi vida. Pero ahora que me dejó por un grandulón, la envidio aún mas.
Ese primer momento en su auto es lo mas excitante que he sentido en mi vida.
Era una reunión académica sobre Cardiología. El salón de conferencia tenía las mesas dispuestas en forma de Ce. Yo llegué un poco tarde y, feliz o infelizmente, me tuve que acomodar en una silla a su lado. Ella estaba hablando con el cardiólogo que iba a dar la charla con bastante confianza. Parecía conocerlo de antes. Yo nunca tuve una relación tan cordial con un profesor. Mi nivel académico no me permitía esos lujos reservados para los mas brillantes. Y por su propiedad para hablar antes, durante y después de la exposición me pude dar cuenta que N. era una médica realmente brillante. Como estaba bonita y a su lado , protocolariamente los saludé a ella y al profe,e intercambié algunas palabras que no recuerdo.
Y no lo recuerdo porque aquella noche mi mente estaba centrada.. en su tamaño. Aunque era (y es ) muy bella, toda la velada estuve calculando su estatura, obsesionado. "Con razón me va tan mal. Yo intentando adivinar su estatura y ella concentrada en lo científico" pensé.
Que cómo me di cuenta de su estatura? Ahí empieza lo emocionante.
Desde que llegué, noté que N. no era pequeña. Pero de ahí a sospechar su real tamaño pasaron unos veinte minutos. La espalda me estaba molestando. No lograba acomodarme en la silla. Creía que ésta estaba descompuesta, como suelta del espaldar, pero no. Así que me di cuenta que la tenía que mirar hacia arriba estando sentado. Entonces me imaginé que mi silla era mas pequeña... pero no era así. Tal vez está sentada sobre una almohada o algo..de nuevo error. No recuerdo sentirme mas pequeño que una mujer mientras permaecía sentado, desde que era niño.
El corazón me empezó a latir a mil por hora. Disimuladamente empecé a fijarme en la longitud de sus piernas y presentí lo peor. Abandonaría aquel lugar lo mas rápido posible para no estar parado junto a ella.
El jefe de los representantes que organizaban la reunión se sentó junto al speaker y empezaron a hablar jobialmente con ella. De pronto, en la conversación, a la que yo no prestaba mucha atención (ya saben porqué) ella, de repente dijo "UNO CON OCHENTA Y SIETE". Luego sus interlocutores se rieron y se miraron sorprendidos y ella sonrió. Y Siguieron hablando, pero ahí si fué mi Troya "interior".
"Uno con ochenta y siete". No podía haber dicho una frase menos crucial. Yo estaba como loco. Se me puso la piel de gallina, la cara estaba encendida y el corazón a dos mil. "Mide uno con ochenta y siete?. Imposible". Trataba de encontrar una explicación. Al fin pude mirar sus zapatos. Traía unas botas de cuero con unos super tacones. "De diez centímetros. Ahí está. La maldita mide es uno con setenta y siete y está hablando de como queda con los taconsotes".
Ya habiendo encontrado una explicación, aún quedaban cuatro centimetros de ventaja. "Pero al menos son menos de los siete que me lleva Ll."pensé.
Pero, en todo caso, no quería pararme al lado de ella. Sería humillante.
Sirvieron la comida y si bien intercambié otras palabras acerca de la "Hipertension secundaria", mi premura era terminar y despedirme para no toparmela a la salida.
Estaba en un hotel donde llegan con frecuencia taxis a recoger a turistas o visitantes. Pero los astros estaban a favor de que conociera a N. No llegaba ninguno en ese momento. Y el tiempo pasaba. Yo miraba nervioso a la salida del salón. Como salí de primero ví salir otros colegas. Ellos, creo que notaron mi intranquilidad. Salian mas pero para mi alivio ella no lo hacía.
Pasaron unos quince minutos cuando empezó a aproximarse por la via de los autos, no un taxi sino un Renault Twingo creo que de los último modelo. Paró junto a donde yo estaba y pitó. Creí que esperaba a otro médico o alguna otra persona, pero me estaba llamando a mí. Como los vidrios era un poco oscuros solo cuando me agaché a ver quien era entré en presíncope. Era N. Era demasiado hermosa para negarme al favor que me iba a hacer de bajarme a un sitio mas cercano donde fuera mas fácil tomar un taxi.
Me subí, obviamente bastante nervioso. Era el ser humano mas hermoso que había tenido tan cerca. Me dijo su nombre. Yo le dije el mío. Cada palabra que me decía era música.
Pero al mismo tiempo yo estaba temblando. Su silla, la del piloto del carro, estaba colocada mas hacia atrás que la mía. Fué cuando pude ver la dimensión de sus piernas. Su tronco definitamente era muy largo. Seguía viéndola hacia arriba en el auto, como en el salón de la charla. Pero yo ya me había hecho a la idea de que era solo cuatro centímetros mas alta.
Intercambiamos teléfonos, porque casualmente teníamos bastantes intereses profesionales en común.
No me la podía sacar de la cabeza. A las dos de la mañana me desperté y casi dormido le mandé un mensaje de texto a Ll. diciéndole que la amaba. Ya no era tan cierto.
Al dia siguiente, fuí a donde Ll., a olvidar del todo a N. "Mi Ll. es mas grande, mi Ll. si es grande" pensaba inconscientemente. Eso lo razoné meses después. Pero no aguanté la tentación de mencionarle a la "chica que decía medir uno con ochenta y siete, pero que sumaba sus bototas de diez centímetros". Ll. se encargó de bajarme de la nube. "No hay tacones de diez centímetros" me dijo.
Además me hizo caer en cuenta que N. me había impactado demasiado. "Ese mensaje que me mandaste anoche parece como si hubieras estado con otra vieja" me dijo. Las mujeres son brujas.
Lo cierto es que después de esas dos noches, N. pasó a ser mi obsesión, mi tótem, mi vida. "No hay tacones de diez centímetros? Será cierto entonces que mide todo eso?.
Si nunca se me olvida el 22 de septiembre de 2000, si que menos se me olvida el 5 de mayo de 2006.
domingo, 3 de mayo de 2009
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