Estoy a punto de tirar la toalla. Creo que a veces es mejor no haber llegado hasta acá. Cada día hay mas y mas grandulones en la calle. Las nuevas generaciones crecen y crecen y ya no aguanto mas sus humillaciones.
Hace diez años, en el centro de la ciudad, me encontraba con una mujer que tenía que mirar hacia arriba, alrededor de una vez al mes. Ahora la cosa es a otro precio. Grandulonas por aquí y por allá. Todos los malditos días. Y ni hablar de grandulones. Esa maldita raza negra.. que envidia tan tremenda. Negras grandotas por aquí y por allá.
Pero lo que me tiene ahora mas triste, enojado con la vida y a punto de explotar es haberme dejado sobrepasar en estatura de una niña que va a misa (Cuántos años tiene? quince ? dieciseis?), y haber leído que la hija mayor de Barack Obama, que se llama Malia, posiblemente llegará a medir uno con ochenta, y está en pleno proceso de crecimiento. O sea, que voy a presenciar en vivo y en directo, como día tras día, crece y crece, alcanza mi estatura y sigue para arriba, así sin mas ni mas.
A la niña ésta, la vi en misa por primera vez, hace unos cuatro años, cuando tenía talvez doce años. Era mas bajita que yo pero sus largas piernas me decían que ésta no iba a ser su estatura final y, tenía la razón. Por un tiempo me olvidé de ella, creía que era solo parecer mío, pero hace aproximadamente un año volvió a aparecer, ahora si para dejarme pensando en ella por muchos días.
Yo estaba parado en la puerta de una de las entradas laterales de la iglesia, cuando un familiar, delicioso y doloroso corrientazo invadió mi cuerpo al mirar entrar a una delgada chica que, me pareció, yo tenía que mirar hacia arriba para verla a los ojos. El corazón me empezó a latir a mil, y pronto me percaté que era aquella chiquilla. Al terminar la celebración de aquel domingo pensé en esperar a que saliera, pues yo estaba en la entrada y ella había buscado una banca de adelante, cerca al sacerdote. Quería cerciorarme de no estar equivocado, pero me dió miedo. Ese miedo al que también estoy acostumbrado cuando veo amenazada mi pobrísima autoestima. Pero me dejó pensando toda la semana. Si es realmente aquella niña de hace cuatro años?, no sería parecer mío que la tuve que mirar hacia arriba? Irá a crecer mas? Era una obsesión. Imaginé una y otra vez qué cara haría cuando viera la mía "bajo" la suya. Se reiría? se acordaría de mi cara cuando yo era mas grande que ella?. Lo peor de todo era que yo todavía mantenía la esperanza de ser mas alto que ella. Y.. hay, hay..hay... estaba equivocado!
El dia finalmente llegó. La estaba esperando en la puerta, como siempre. Ya habían pasado dos meses desde que me había obsesionado con compararme con ella. Pero siempre, o ya estaba dentro de la iglesia o pasaba por el otro lado de la puerta. Pero el día tenía que llegar. Como si nada, se acomodó al lado mío, sin siquiera determinarme. Yo estaba recostado sobre la puerta y por enésima vez sentí el calambre que me avisa que hay una mujer humillándome con su estatura. Así que me incorporé, levanté el mentón, un guardia del palacio presidencial en un desfile frente al mandatario está mirando hacia abajo comparado con la actitud que tomé. Fué un esfuerzo infructuoso. No era mas alta que N., pero mis ojos, así inclinados hacia arriba y todo, a duras apenas le llegaban a sus mejillas. Además a N. nunca la conocí mas pequeña que yo. Era una situación nueva para mí. Sigue siendo mi obsesión de domingo. Es apenas una niña comparada conmigo pero no sale de mi mente. A su corta edad, ha sido un acicate para tratar de olvidar a N. Pero parecería un viejo verde si le intento decir algo. Son mas de veinte años de diferencia!
Malia Obama tiene todo lo que yo he ambicionado. Dinero, fama.. y papás altos. Papás que le traspasaron la feliz genética de ser alta. Doña Michelle, la mamá primera dama, mide casi uno con ochenta. En fotos,nunca he visto a una mujer mas alta que ella. Y en fotos, Malia cada día se ve ... mas cerca de ella. Ahh!!! Para enloquecer.
Hace un año, cuando su papá Barack no se había posesionado y salieron las fotos de la nueva familia presidencial, los ojos de Malia no le llegaban al hombro a su madre. Ahora, hace 1 semana, vi una foto de la niña de once años con su mirada al nivel del mentón de su padre, que es unos centímetros mas alto que Michelle.
Que esperar en un año mas? Creo que lo peor. Para éste año tendrá doce. La edad donde las niñas mujeres crecen.. de verdad. =( Creo que no aguantaré.
miércoles, 12 de agosto de 2009
miércoles, 29 de julio de 2009
Chaquetotas de Cuero
sábado, 18 de julio de 2009
A bordo de unos tacones 41
Ya había estado dentro de unos zapatos de mujer talla 40, pero bajitos. Calzo 39, así que comprenderán mi temor de ponerme unos tacones 41.
Ocurrió en un motel después de hacer el amor dos veces. N. se estaba bañando, así que tomé al escondido las enormes botas que había llevado ése día, y me preparé a calzarmelas.
Lo primero que te imaginas es que, como terminan en punta, te van a quedar estrechas. Pero de lo que uno no se percata, es que los zapatos, por ser para un pie tan grande, son mas anchos, así que mi pie entró con facilidad. Era una bota bastante fina. El interior era el mas comfortable que jamás haya sentido en un zapato. Intenté subir el cierre lateral, pero como al menos si tengo piernas mas gruesas que ella, sólo subieron hasta la mitad del recorrido.
Ya con ellas puestas, y como era natural, miré qué tan grandes me quedaban. Como siempre, subestimé el tamaño, ésta vez del pie de N. No veía bien donde llegaban mis dedos con relación a la punta, así que al ajustar mi talón con la parte de atrás de la bota, me pareció que me quedaba bien, "apenas justo" pensé tal vez safisfecho.
Sólo fué una alegría temporal. Pronto me percaté del real tamaño de la bota. Al pararme para intentar caminar en ellas, mi pie se deslizó hacia adelante. Me acuerdo todavía de la gran desilusión al sentir mis dedos moviéndose hacia la punta del zapatote, como un cubo de hielo sobre una superficie lisa. Mis dedos quedaron atrapados en la estrecha punta. Se había abierto un espacio de casi dos dedos entre mi talón y el extremo posterior de la bota. Era imposible dar dos pasos sin sentir dolor.
Me armé de valor y de resistencia al dolor y caminé por el espacioso cuarto. Increíble, la bota caía primero que mi pie, completamente suelta en la parte de atrás. Era una situación para enloquecer. Parecía una pequeña niña cuando juega a verse como su mamá.
Sentí que N. cerró la ducha así que rápidamente empezé a vestirme. Dejé las botas donde las había encontrado y tembloroso esperaba que N. no notara nada. Así fué.
Mientras nos vestíamos en silencio, yo estaba expectante viéndola de reojo esperando para ver que tan fácil se calzaba. En ese momento sonó el timbre para cobrar el servicio. Afanado para no perderme ningún detalle de "la calzada" me encargué de la cuenta. Cuando estaba terminando de firmar el recibo de tarjeta débito sentí el sonido de uno de los tacones golpeando contra el piso. Me lo estaba perdiendo todo, así que dejé empezado el llenado del recibo. Y lo pude ver.
Sin problema, sus botas se amoldaron completamente a sus pies. Caminaba fluídamente hacia el espejo, cuando notó que me había quedado mirándola.
--Que pasó?-- me preguntó mirándome seria y luego mirando su jean creyendo que estaba sucio o mojado.
Le contesté que nada, que me había quedado viéndola.
Ocurrió en un motel después de hacer el amor dos veces. N. se estaba bañando, así que tomé al escondido las enormes botas que había llevado ése día, y me preparé a calzarmelas.
Lo primero que te imaginas es que, como terminan en punta, te van a quedar estrechas. Pero de lo que uno no se percata, es que los zapatos, por ser para un pie tan grande, son mas anchos, así que mi pie entró con facilidad. Era una bota bastante fina. El interior era el mas comfortable que jamás haya sentido en un zapato. Intenté subir el cierre lateral, pero como al menos si tengo piernas mas gruesas que ella, sólo subieron hasta la mitad del recorrido.
Ya con ellas puestas, y como era natural, miré qué tan grandes me quedaban. Como siempre, subestimé el tamaño, ésta vez del pie de N. No veía bien donde llegaban mis dedos con relación a la punta, así que al ajustar mi talón con la parte de atrás de la bota, me pareció que me quedaba bien, "apenas justo" pensé tal vez safisfecho.
Sólo fué una alegría temporal. Pronto me percaté del real tamaño de la bota. Al pararme para intentar caminar en ellas, mi pie se deslizó hacia adelante. Me acuerdo todavía de la gran desilusión al sentir mis dedos moviéndose hacia la punta del zapatote, como un cubo de hielo sobre una superficie lisa. Mis dedos quedaron atrapados en la estrecha punta. Se había abierto un espacio de casi dos dedos entre mi talón y el extremo posterior de la bota. Era imposible dar dos pasos sin sentir dolor.
Me armé de valor y de resistencia al dolor y caminé por el espacioso cuarto. Increíble, la bota caía primero que mi pie, completamente suelta en la parte de atrás. Era una situación para enloquecer. Parecía una pequeña niña cuando juega a verse como su mamá.
Sentí que N. cerró la ducha así que rápidamente empezé a vestirme. Dejé las botas donde las había encontrado y tembloroso esperaba que N. no notara nada. Así fué.
Mientras nos vestíamos en silencio, yo estaba expectante viéndola de reojo esperando para ver que tan fácil se calzaba. En ese momento sonó el timbre para cobrar el servicio. Afanado para no perderme ningún detalle de "la calzada" me encargué de la cuenta. Cuando estaba terminando de firmar el recibo de tarjeta débito sentí el sonido de uno de los tacones golpeando contra el piso. Me lo estaba perdiendo todo, así que dejé empezado el llenado del recibo. Y lo pude ver.
Sin problema, sus botas se amoldaron completamente a sus pies. Caminaba fluídamente hacia el espejo, cuando notó que me había quedado mirándola.
--Que pasó?-- me preguntó mirándome seria y luego mirando su jean creyendo que estaba sucio o mojado.
Le contesté que nada, que me había quedado viéndola.
domingo, 5 de julio de 2009
Ministras Gigantonas
domingo, 21 de junio de 2009
N. es una enfermedad
Lo que siguió fué demasiado rápido. Salimos tres veces. Tres salidas que me tenían delirando de la emoción. No lo podía creer. Una chica hermosa, elegante, inteligente y alta. No podía pedirle más a la vida. Sentía que no me merecía semejante regalo.
Y ese mismo sentimiento de no merecer lo que me estaba sucediendo me hacía sentir culpable. Culpable de dejar a Ll. De haberle prometido muchas cosas y nunca haberle cumplido. Es increíble. En cuestión de días Ll. pasó de ser objeto de mis mas morbosos sentimientos de envidia a ser víctima de mi obsesión por el tamaño: le tuve lástima.
En la segunda salida N. se puso tenis y me mostró su verdadera estatura. Orgullosa en extremo de su tamaño aseguraba medir los uno con ochenta y siete que les dijo a sus contertulios la noche que la conocí. Sin embargo, disimuladamente hice que se midiera. Usamos un metro cortesía de un laboratorio que yo tenía en la casa. De nuevo el corazón a mil, por fin iba a confirmar mi terrible realidad. Midió uno con ochenta y cinco. Se puso seria alegando medir los dos centímetros mas que presumía. Yo estaba al borde de la ira interior. Yo pensé "a ésta maldita grandulona la enoja no medir dos centímetros mas de lo que dice la cinta métrica cuando yo quisiera al menos medir uno con ochenta para estar mas cerca a ella. La vida es injusta, injusta en serio". Aparentemente hice una tremenda cara de desazón porque rápidamente dejó de discutir por semejante sutileza. Se puso seria y dejó de pedir que la midiera de nuevo.
Ya sabiendo su estatura el objetivo era confirmar que Ll. era mas pequeña que ella."Puede que Ll. me haya estado engañando con su estatura y realmente mida lo mismo que N." me decía intentando poner a Ll. por encima. Pero mi temor por que la realidad fuera lo contrario aumentaba a cada momento. Me estaba negando una realidad. Un síntoma de duelo.
Lo cierto es que en la tercera o cuarta vez que nos vimos, aprovechando que no volvió a ponerse tacones, simulando una broma me empiné de nuevo cerca a ella para ver hasta donde alcanzaba. No la pude ver hacia abajo. Conmigo empinado, N. es tan o aún un poco mas alta que yo. Ahora iría donde Ll. a realizar la temida comparación.
Ll. ya sospechaba. Desde la primera noche cuando la conocí, como ya escribí. Las encontradas eran cada vez mas esporádicas. Pero la pobre creía que cuando me empinaba a su lado era para parecer mas alto, cuando en realidad estaba acabando de confirmar mi mas triste sospecha. Me empiné al menos cinco veces junto a ella, a ambos lados suyos. En todas las empinadas fuí mas alto. Tristemente, a ella si la podía ver hacia abajo. Recuerdo que siempre que hacía ésto ella me bajaba poniendo sus manos sobre mis hombros. Ella estaba convencida que yo hacía ésto para intentar ser tan alto como ella. Recuerdo que la última vez que fuimos a cine la tomé de la mano, no ya con la intención de sentir sus grandes dedos, sino para consentirla, casi por última vez. "Podrás sin mi Ll., podrás sin mi". "Pobrecita Ll. Maldita N."
N. era demasiado rápida. Siempre llevó la iniciativa. Escogía los lugares adonde íbamos pues ella tenía el auto. Me decía que ropa mía no le gustaba. Me compró un reloj, no muy fino, pues no le gustaba el que llevaba. Decía que película veríamos. Y me dió de improviso nuestro primer beso.
Fueron días de un sentimiento muy similar a cuando empecé a sentir envidia por la estatura de Ll., pero "elevado al cuadrado". Siempre temía que algo mío no le agradara, que se diera cuenta que era demasiado poco para ella. Pero al mismo tiempo, no podía dejar de pensar en ella como la mujer que siempre había soñado.
Así como con Ll. antes, todo lo que N. hacía me parecía (me parece?) perfecto. Definitivamente estaba enamorado de nuevo.
Me fuí con ella a la playa y puedo asegurar que nunca he sentido tanto placer haciendo el amor como en esos días de vacaciones.Me he excitado muchas veces, pero haciendo el amor jamás he estado tan bien como entonces.
Por mucho tiempo me negué a oir canciones románticas pero todas las canciones del soso tropipop me empezaron a sonar aptas para pensar en N.
Tristemente, escogí un día de Amor y Amistad para anunciarl a Ll. que había alguien más, que no volvería. Estuve dos meses con una depresión insoportable. Deseé morir por momentos. Tanta perfección en N., lo feo que me había portado con Ll. y mi sensación de no haber logrado los objetivos que me había propuesto en la vida, me atormentaban todo el día. No dormía. El apetito disminuyó notoriamente. Estaba convenciéndome de algo que había leído en alguna parte: el amor es una enfermedad.
Y ese mismo sentimiento de no merecer lo que me estaba sucediendo me hacía sentir culpable. Culpable de dejar a Ll. De haberle prometido muchas cosas y nunca haberle cumplido. Es increíble. En cuestión de días Ll. pasó de ser objeto de mis mas morbosos sentimientos de envidia a ser víctima de mi obsesión por el tamaño: le tuve lástima.
En la segunda salida N. se puso tenis y me mostró su verdadera estatura. Orgullosa en extremo de su tamaño aseguraba medir los uno con ochenta y siete que les dijo a sus contertulios la noche que la conocí. Sin embargo, disimuladamente hice que se midiera. Usamos un metro cortesía de un laboratorio que yo tenía en la casa. De nuevo el corazón a mil, por fin iba a confirmar mi terrible realidad. Midió uno con ochenta y cinco. Se puso seria alegando medir los dos centímetros mas que presumía. Yo estaba al borde de la ira interior. Yo pensé "a ésta maldita grandulona la enoja no medir dos centímetros mas de lo que dice la cinta métrica cuando yo quisiera al menos medir uno con ochenta para estar mas cerca a ella. La vida es injusta, injusta en serio". Aparentemente hice una tremenda cara de desazón porque rápidamente dejó de discutir por semejante sutileza. Se puso seria y dejó de pedir que la midiera de nuevo.
Ya sabiendo su estatura el objetivo era confirmar que Ll. era mas pequeña que ella."Puede que Ll. me haya estado engañando con su estatura y realmente mida lo mismo que N." me decía intentando poner a Ll. por encima. Pero mi temor por que la realidad fuera lo contrario aumentaba a cada momento. Me estaba negando una realidad. Un síntoma de duelo.
Lo cierto es que en la tercera o cuarta vez que nos vimos, aprovechando que no volvió a ponerse tacones, simulando una broma me empiné de nuevo cerca a ella para ver hasta donde alcanzaba. No la pude ver hacia abajo. Conmigo empinado, N. es tan o aún un poco mas alta que yo. Ahora iría donde Ll. a realizar la temida comparación.
Ll. ya sospechaba. Desde la primera noche cuando la conocí, como ya escribí. Las encontradas eran cada vez mas esporádicas. Pero la pobre creía que cuando me empinaba a su lado era para parecer mas alto, cuando en realidad estaba acabando de confirmar mi mas triste sospecha. Me empiné al menos cinco veces junto a ella, a ambos lados suyos. En todas las empinadas fuí mas alto. Tristemente, a ella si la podía ver hacia abajo. Recuerdo que siempre que hacía ésto ella me bajaba poniendo sus manos sobre mis hombros. Ella estaba convencida que yo hacía ésto para intentar ser tan alto como ella. Recuerdo que la última vez que fuimos a cine la tomé de la mano, no ya con la intención de sentir sus grandes dedos, sino para consentirla, casi por última vez. "Podrás sin mi Ll., podrás sin mi". "Pobrecita Ll. Maldita N."
N. era demasiado rápida. Siempre llevó la iniciativa. Escogía los lugares adonde íbamos pues ella tenía el auto. Me decía que ropa mía no le gustaba. Me compró un reloj, no muy fino, pues no le gustaba el que llevaba. Decía que película veríamos. Y me dió de improviso nuestro primer beso.
Fueron días de un sentimiento muy similar a cuando empecé a sentir envidia por la estatura de Ll., pero "elevado al cuadrado". Siempre temía que algo mío no le agradara, que se diera cuenta que era demasiado poco para ella. Pero al mismo tiempo, no podía dejar de pensar en ella como la mujer que siempre había soñado.
Así como con Ll. antes, todo lo que N. hacía me parecía (me parece?) perfecto. Definitivamente estaba enamorado de nuevo.
Me fuí con ella a la playa y puedo asegurar que nunca he sentido tanto placer haciendo el amor como en esos días de vacaciones.Me he excitado muchas veces, pero haciendo el amor jamás he estado tan bien como entonces.
Por mucho tiempo me negué a oir canciones románticas pero todas las canciones del soso tropipop me empezaron a sonar aptas para pensar en N.
Tristemente, escogí un día de Amor y Amistad para anunciarl a Ll. que había alguien más, que no volvería. Estuve dos meses con una depresión insoportable. Deseé morir por momentos. Tanta perfección en N., lo feo que me había portado con Ll. y mi sensación de no haber logrado los objetivos que me había propuesto en la vida, me atormentaban todo el día. No dormía. El apetito disminuyó notoriamente. Estaba convenciéndome de algo que había leído en alguna parte: el amor es una enfermedad.
domingo, 14 de junio de 2009
Entrenadorsota
miércoles, 3 de junio de 2009
Extra: La Cirugía
Hoy recibí otro golpe a mi diminuta autoestima. A parte de enano, bruto y miope me di cuenta de mi lamentable estado financiero.
Quemando mis últimos cartuchos decidí ir al único hospital de la ciudad donde ofrecen la cirugía para crecer: la cirugía con el tutor circular. Ya había oído que algunas personas de la ciudad se habían operado con éxito. Incluso gente de estatura normal.
Hace una semana fuí a ese hospital a averigurar, y me informaron que hoy habría una reunión. Así que al salir ésta noche del trabajo me fuí para allá. Solo eramos cuatro los interesados: una señora con una osteogénesis imperfecta, un muchacho con un aparente enanismo hipofisiario y dos adultos normales.
El costo de la cirugía es exorbitante. Corresponde a aproximadamente cuarenta sueldos míos. Tengo ahorrado la mitad. Imposible acceder a un crédito. Ya tengo dos que me tienen del cuello.
El cirujano nos examinó a los cuatro sin ningún costo. La señora con la osteogénesis fué descartada por obvias razones: sus huesos no aguantarían la tracción del tutor.
El muchachito del enanismo hipofisiario fué sincero. Aunque le dijeron que podía crecer unos seis centímetros, le aclararon que quedaría un poco desproporcionado con su tronco y además dijo que no tenía el dinero. También desistió.
Yo tengo que estar loco. Tengo que envidiar mucho el tamaño de algunas personas que han estado en mi vida para firmar un contrato para realizarme esa cirugía.
El otro normal es un tipo de unos treinta y cinco años. Uno con setenta de estatura según el tallímetro del especialista. Rapado. Con unas gafas oscuras puestas en la cabeza como una diadema (una de las pintas que mas me chocan en un tipo). Le dijeron que también crecería seis centímetros. Al parecer es lo que puede ofrecer la cirugía a los que no sufrimos de enanismo acondroplásico. Ese tipo de enanismo donde las extremidades son bastante cortas con relación al tronco. Estos si pueden aumentar hasta veinte centímetros. Que suerte!
El otro tipo normal llegó en un BMW negro, creo que recién sacado del concesionario. Con una camiseta del equipo de fútbol Liverpool marcada atrás con el apellido Torres, jeans y unos tenis Adidas verde fosforescentes. Mas pinta de riquito no podía tener.
Finalmente me tocó el turno. Medí lo mismo de siempre: uno con setenta y tres. Me tiene jarto ese pequeño número. Cómo suena de bonito uno con noventa, uno con ochenta y ocho...!
También me dijeron lo mismo: seis centímetros más. Uno con setenta y nueve. Ni siquiera igual a Ll. Pero con unos zapatos Ivanoe podría llegar a la estatura de N. Me sonó la idea. Me enceguecí. Mi ambición me dominó. Tenía que aceptar. Firmé.
Es un compromiso. Tengo que depositar la mitad antes de la cirugía. Esa plata la tengo, pero me quedaría en la calle. Y el resto?
Tengo que encontrar alguna forma de pagar. No podré tolerar que ese ricachón quede con uno setenta y seis y yo todavía en mis uno setenta y tres. Ya mas bajo que él.
Sé que N. me puede prestar el dinero. Ella alguna vez se me ofreció. Cuando me echó, para no sentirse mal, me dijo que cualquier cosa no dudara en llamarla. Alguna vez le comenté de la posibilidad de la cirugía y se alegró mucho de verme optimista. Al menos eso parecía.
Pero lo último que aceptaría sería la ayuda de una persona alta. Sería casi como aceptar una limosna. Además me gustaría verles la cara de sorpresa a los malditos cuando me vean tan o mas alto que ellos.
Tengo que conseguirlo! Es una consigna
Quemando mis últimos cartuchos decidí ir al único hospital de la ciudad donde ofrecen la cirugía para crecer: la cirugía con el tutor circular. Ya había oído que algunas personas de la ciudad se habían operado con éxito. Incluso gente de estatura normal.
Hace una semana fuí a ese hospital a averigurar, y me informaron que hoy habría una reunión. Así que al salir ésta noche del trabajo me fuí para allá. Solo eramos cuatro los interesados: una señora con una osteogénesis imperfecta, un muchacho con un aparente enanismo hipofisiario y dos adultos normales.
El costo de la cirugía es exorbitante. Corresponde a aproximadamente cuarenta sueldos míos. Tengo ahorrado la mitad. Imposible acceder a un crédito. Ya tengo dos que me tienen del cuello.
El cirujano nos examinó a los cuatro sin ningún costo. La señora con la osteogénesis fué descartada por obvias razones: sus huesos no aguantarían la tracción del tutor.
El muchachito del enanismo hipofisiario fué sincero. Aunque le dijeron que podía crecer unos seis centímetros, le aclararon que quedaría un poco desproporcionado con su tronco y además dijo que no tenía el dinero. También desistió.
Yo tengo que estar loco. Tengo que envidiar mucho el tamaño de algunas personas que han estado en mi vida para firmar un contrato para realizarme esa cirugía.
El otro normal es un tipo de unos treinta y cinco años. Uno con setenta de estatura según el tallímetro del especialista. Rapado. Con unas gafas oscuras puestas en la cabeza como una diadema (una de las pintas que mas me chocan en un tipo). Le dijeron que también crecería seis centímetros. Al parecer es lo que puede ofrecer la cirugía a los que no sufrimos de enanismo acondroplásico. Ese tipo de enanismo donde las extremidades son bastante cortas con relación al tronco. Estos si pueden aumentar hasta veinte centímetros. Que suerte!
El otro tipo normal llegó en un BMW negro, creo que recién sacado del concesionario. Con una camiseta del equipo de fútbol Liverpool marcada atrás con el apellido Torres, jeans y unos tenis Adidas verde fosforescentes. Mas pinta de riquito no podía tener.
Finalmente me tocó el turno. Medí lo mismo de siempre: uno con setenta y tres. Me tiene jarto ese pequeño número. Cómo suena de bonito uno con noventa, uno con ochenta y ocho...!
También me dijeron lo mismo: seis centímetros más. Uno con setenta y nueve. Ni siquiera igual a Ll. Pero con unos zapatos Ivanoe podría llegar a la estatura de N. Me sonó la idea. Me enceguecí. Mi ambición me dominó. Tenía que aceptar. Firmé.
Es un compromiso. Tengo que depositar la mitad antes de la cirugía. Esa plata la tengo, pero me quedaría en la calle. Y el resto?
Tengo que encontrar alguna forma de pagar. No podré tolerar que ese ricachón quede con uno setenta y seis y yo todavía en mis uno setenta y tres. Ya mas bajo que él.
Sé que N. me puede prestar el dinero. Ella alguna vez se me ofreció. Cuando me echó, para no sentirse mal, me dijo que cualquier cosa no dudara en llamarla. Alguna vez le comenté de la posibilidad de la cirugía y se alegró mucho de verme optimista. Al menos eso parecía.
Pero lo último que aceptaría sería la ayuda de una persona alta. Sería casi como aceptar una limosna. Además me gustaría verles la cara de sorpresa a los malditos cuando me vean tan o mas alto que ellos.
Tengo que conseguirlo! Es una consigna
domingo, 31 de mayo de 2009
Del odio al amor 3
La sensación que había empezado a sentir cuando iba hacia el timbre aumentaba cada vez mas. Era un sentimiento encontrado que hacía subir mi adrenalina como nunca antes. Cuando la ví pasar hacia el espejo la primera vez, tragué saliva, mi ritimo cardiaco era como de docientos por minuto y mi cara estaba ardiendo. Creo que en las areas mas inferiores de mi humanidad las cosas estaban aún peor (o mejor?).
Estaba sorprendido con su elegancia para la ocasión. Para impresionarla me había puesto un pantalón y unos zapatos que compré especialmente y me entusiasmó ver que ella se alistaba para salir, cuando por teléfono solo le había hablado de vernos y de llevarle un "artículo de hipertensión muy interesante". Mi presentación, creo que "chillaba" un poco con la suya, pero podía ser que si le interesara de verdad yo, y no el artículo, que por cierto tuve que ir a sacar del último número de la revista Chest de la universidad para salir con algo acorde con lo anunciado.
Era el momento de la verdad. De la confrontación uno al lado del otro.Si... parados. Las dos veces que hasta ahora , había estado próximo a ella, ambas la misma noche, en el salón de conferencias y en su auto, estábamos sentados. Ahora..Era la hora.
Como el optimista que siempre he sido y seré, todavía esperaba ser tan alto como ella. Era casi imposible. El espejo en el que se arreglaba estaba altísimo y su cara se reflejaba en la parte superior de éste. Pero todavía no tenía puntos de referencia para compararme, así que me daba ánimo internamente: "tu puedes ser tan alto como ella, vamos, vamos" me decía, mientras me preparaba nerviosamente para ponerme de pié. Hice rápidamente uno ejercicios de estiramiento que había hecho en algún tiempo dizque para "mantener la posición mas erguida en el cuerpo y mejorar la estatura". Los repetía hasta el dolor, desesperado. "Puede ser que ahora si funcionen" pensé.
Recordé una noche reciente, que junto a Ll., fuimos a ver "El Código Da Vinci" en un exclusivo cine, y nos topamos con una larguirucha del tamaño de ella y yo quería demostrar a toda costa que yo era tan alto como ella, cuando a todas luces era descabellado. Me preparé durante toda la película estirándome como decía el libro, para luego salir y afrontar mi triste realidad.
Con N. era un sentimiento encontrado. Si como yo lo creía, su estatura sería muy superior a la mía, por un lado la odiaría como a nadie, y por el otro, la desearía y la amaría como nunca. Quería compararme con ella, claro que sí, pero no quería reconocer que me llevaba mas de diez centimetros. Del odio al amor , y del amor al odio. Increíble sentimiento. Para enloquecer. Como con Ll. pero aún mas humillado y mas excitado a la vez.
Después de unos dos minutos en los que se paró frente al espejo terminádose de arreglar (Qué se podría estar arreglando ésta perfección de la naturaleza?), volvió a entrar caminando rápido a su cuarto para recoger su bolso. De nuevo, el sonido rápido de sus tacones sobre el parqué, aumentaban mi locura. Tomó un llavero de la mesa que estaba bajo el espejo y se dirigió hacia la sala para saludarme.
Nada puede explicar lo que se siente al tener los ojos de uno debajo del mentón de una chica. Uno siente que el corazón se le desprende de pronto, que ya no puede más. Me sentí como un pequeño niño. De repente me sentí mareado, como viendo borroso, su apartamento me daba vueltas. Como aquella vez en el supermercado con Ll. y la pareja de grandulones. Pero ahora ante una mujer de cara angelical y vestida como una diosa, a la que deseaba y quería devorar. Como un angel gigantesco, que te cuida pero que te alecciona.
Con una odiosa sonrisa que me pareció de burla por la diferencia de tamaño, pude intuir que se agacharía para darme un beso de saludo, pero yo, creyendo ser más rápido, me empiné disimuladamente para no ser tratado como un pequeño y besarla en la mejilla con sus ojos frente a los míos.
Pero...Sorpresa: no logré tal altura con mi maniobra desesperada. Increíblemente seguía siendo mas bajito.
Esto si fué mi debacle. Ese horrible sentimiento de envidia y excitación me tenía al borde del suicidio. No aguantaría esa locura. Con Ll. me sentía pequeño, pero al lado de éste mastodonte me sentía aún mas enano. Como si Ll. fuera mi mamá pero N. mi papá, aún mas grande y amenazante.
Mantuve todo el tiempo mi cabeza bien erguida, pero era imposible mirarla de frente a su barbilla. No parecía medir uno con ochenta y siete como le dijo a sus contertulios en la charla. Sobre su pantalón llevaba un cinturón metálico que, bien pude calcular, estaba por encima del nivel de mi ombligo. Saliendo del apartamento pude ver que casi se agacha para pasar por el marco de la puerta. Estos dos parámetros la hacían , también por cálculo, superior a los uno con noventa metros.
Así que, desesperado, busqué de nuevo el antídoto. Mis explicaciones. Me decía : "tranquilo Juan, tanquilo Juan tiene unos taconsotes de ocho centímetros, tiene unos taconsotes de ocho centímetros, tranquilo, tranquilo". Casi lloraba. Mi corazón a cuatrocientos intentaba calmarse con mis razonamientos.
Pero en mi cama, esa noche, esa imagen de tener sus ojos todavía por encima de los míos aún estando empinado y ese cinturón suyo casi en mi pecho, me atormentaron. No dormí un minuto. Si medía mas de uno noventa, con unos tacones de ocho centímetros , entonces medía uno con ochenta y dos como mínimo. "No, no puede ser mas alta que Ll., no puede ser mas alta que Ll.". "Entonces Ll. en tacones también casi toca el marco de las puertas?". "Tienen que existir los tacones de diez centímetros, tienen que existir,Dios mio".
A diferencia de mi primer encuentro con Ll., no me atreví a preguntarle la estatura. Ya era suficiente para esa tarde. Era un riesgo absoluto. Podría quedar traumatizado psicológicamente y ya sin retorno a una vida cuerda. Podía ser.. mas alta que Ll.
Al dirigirnos los dos hacia la salida casi sentía su hombro derecho, cubierto por la fina seda de su blusa, sobre mis ojos. N.se despidió en voz alta de su amanerado amigo y éste salió de la cocina para despedirse. Me sorprendió que no se aterró con la diferencia de estatura.
Estaba sorprendido con su elegancia para la ocasión. Para impresionarla me había puesto un pantalón y unos zapatos que compré especialmente y me entusiasmó ver que ella se alistaba para salir, cuando por teléfono solo le había hablado de vernos y de llevarle un "artículo de hipertensión muy interesante". Mi presentación, creo que "chillaba" un poco con la suya, pero podía ser que si le interesara de verdad yo, y no el artículo, que por cierto tuve que ir a sacar del último número de la revista Chest de la universidad para salir con algo acorde con lo anunciado.
Era el momento de la verdad. De la confrontación uno al lado del otro.Si... parados. Las dos veces que hasta ahora , había estado próximo a ella, ambas la misma noche, en el salón de conferencias y en su auto, estábamos sentados. Ahora..Era la hora.
Como el optimista que siempre he sido y seré, todavía esperaba ser tan alto como ella. Era casi imposible. El espejo en el que se arreglaba estaba altísimo y su cara se reflejaba en la parte superior de éste. Pero todavía no tenía puntos de referencia para compararme, así que me daba ánimo internamente: "tu puedes ser tan alto como ella, vamos, vamos" me decía, mientras me preparaba nerviosamente para ponerme de pié. Hice rápidamente uno ejercicios de estiramiento que había hecho en algún tiempo dizque para "mantener la posición mas erguida en el cuerpo y mejorar la estatura". Los repetía hasta el dolor, desesperado. "Puede ser que ahora si funcionen" pensé.
Recordé una noche reciente, que junto a Ll., fuimos a ver "El Código Da Vinci" en un exclusivo cine, y nos topamos con una larguirucha del tamaño de ella y yo quería demostrar a toda costa que yo era tan alto como ella, cuando a todas luces era descabellado. Me preparé durante toda la película estirándome como decía el libro, para luego salir y afrontar mi triste realidad.
Con N. era un sentimiento encontrado. Si como yo lo creía, su estatura sería muy superior a la mía, por un lado la odiaría como a nadie, y por el otro, la desearía y la amaría como nunca. Quería compararme con ella, claro que sí, pero no quería reconocer que me llevaba mas de diez centimetros. Del odio al amor , y del amor al odio. Increíble sentimiento. Para enloquecer. Como con Ll. pero aún mas humillado y mas excitado a la vez.
Después de unos dos minutos en los que se paró frente al espejo terminádose de arreglar (Qué se podría estar arreglando ésta perfección de la naturaleza?), volvió a entrar caminando rápido a su cuarto para recoger su bolso. De nuevo, el sonido rápido de sus tacones sobre el parqué, aumentaban mi locura. Tomó un llavero de la mesa que estaba bajo el espejo y se dirigió hacia la sala para saludarme.
Nada puede explicar lo que se siente al tener los ojos de uno debajo del mentón de una chica. Uno siente que el corazón se le desprende de pronto, que ya no puede más. Me sentí como un pequeño niño. De repente me sentí mareado, como viendo borroso, su apartamento me daba vueltas. Como aquella vez en el supermercado con Ll. y la pareja de grandulones. Pero ahora ante una mujer de cara angelical y vestida como una diosa, a la que deseaba y quería devorar. Como un angel gigantesco, que te cuida pero que te alecciona.
Con una odiosa sonrisa que me pareció de burla por la diferencia de tamaño, pude intuir que se agacharía para darme un beso de saludo, pero yo, creyendo ser más rápido, me empiné disimuladamente para no ser tratado como un pequeño y besarla en la mejilla con sus ojos frente a los míos.
Pero...Sorpresa: no logré tal altura con mi maniobra desesperada. Increíblemente seguía siendo mas bajito.
Esto si fué mi debacle. Ese horrible sentimiento de envidia y excitación me tenía al borde del suicidio. No aguantaría esa locura. Con Ll. me sentía pequeño, pero al lado de éste mastodonte me sentía aún mas enano. Como si Ll. fuera mi mamá pero N. mi papá, aún mas grande y amenazante.
Mantuve todo el tiempo mi cabeza bien erguida, pero era imposible mirarla de frente a su barbilla. No parecía medir uno con ochenta y siete como le dijo a sus contertulios en la charla. Sobre su pantalón llevaba un cinturón metálico que, bien pude calcular, estaba por encima del nivel de mi ombligo. Saliendo del apartamento pude ver que casi se agacha para pasar por el marco de la puerta. Estos dos parámetros la hacían , también por cálculo, superior a los uno con noventa metros.
Así que, desesperado, busqué de nuevo el antídoto. Mis explicaciones. Me decía : "tranquilo Juan, tanquilo Juan tiene unos taconsotes de ocho centímetros, tiene unos taconsotes de ocho centímetros, tranquilo, tranquilo". Casi lloraba. Mi corazón a cuatrocientos intentaba calmarse con mis razonamientos.
Pero en mi cama, esa noche, esa imagen de tener sus ojos todavía por encima de los míos aún estando empinado y ese cinturón suyo casi en mi pecho, me atormentaron. No dormí un minuto. Si medía mas de uno noventa, con unos tacones de ocho centímetros , entonces medía uno con ochenta y dos como mínimo. "No, no puede ser mas alta que Ll., no puede ser mas alta que Ll.". "Entonces Ll. en tacones también casi toca el marco de las puertas?". "Tienen que existir los tacones de diez centímetros, tienen que existir,Dios mio".
A diferencia de mi primer encuentro con Ll., no me atreví a preguntarle la estatura. Ya era suficiente para esa tarde. Era un riesgo absoluto. Podría quedar traumatizado psicológicamente y ya sin retorno a una vida cuerda. Podía ser.. mas alta que Ll.
Al dirigirnos los dos hacia la salida casi sentía su hombro derecho, cubierto por la fina seda de su blusa, sobre mis ojos. N.se despidió en voz alta de su amanerado amigo y éste salió de la cocina para despedirse. Me sorprendió que no se aterró con la diferencia de estatura.
sábado, 30 de mayo de 2009
Del Odio al amor...2
Toda esa semana pensé en ella. No me la podía sacar de la cabeza. Intentaba hacerme a la idea de que no la había conocido, que no la volvería a ver, que Ll. era lo mejor que me había pasado.
Pero luego se me venía a la cabeza su estatura, la posibilidad de que en realidad si midiera uno con ochenta y siete, su hermosa cara, su ropa, sus botas, su auto, su inteligencia...y estaba al borde de la locura. Ese estado del que tanto hablan ahora parecido a la demencia, llamado enamoramiento se estaba apoderando de mi.
Decidí actuar como el pusilánime que siempre había sido. Esperaría para ver si las cosas se iban a dar. Esperaría a ver si me llamaba. Pero los días pasaron y N. no me llamaba. No estaba acostumbrado a ésto. Con las otras chicas ocurría que ellas finalmente volvían a aparecer por ellas mismas. Pero ésta vez no era así. No soy el tipo mas atractivo del mundo, pero tenía mi orgullo. N. me tenía desesperado. Creía que yo le había interesado. Pero estaba empezando a pensar que simplemente había sido amable conmigo. Todos mis pensamientos terminaban en ella, y siempre concluía que era perfecta.
Pensé en quedarme con la duda. Sin saber para siempre si podía haber sucedido algo o si era una mera ilusión. Pero no aguanté las ganas de averiguarlo y humillándome como nunca, un mes y un día después de aquel cinco de mayo, tomé la decisión de llamarla. . Recuerdo que las manos me temblaban solo con buscar su nombre en la lista de contactos del celular. Casi cuelgo antes de que me contestara pero pensé que sería todavía mas patético. La saliva se me secó al momento de empezar a hablar. Gaguié como nunca lo había hecho. Ella fué muy amable, pero sonaba indiferente y envidiablemente segura comparada con lo que yo estaba sintiendo. Le pregunté si había vuelto a charlas académicas, si ya había conseguido trabajo y que dónde vivía. Con ésta última pregunta logré conseguir una excusa razonable para volverla a ver. Le dije que un familiar mío vivía muy cerca de ella y que tenia un documento de hipertensión muy interesante que me habían dado en un simposio al que ella no había ido y que se lo podía mostrar.
--Quieres que nos veamos?-- contestó con una risa burlona y convencida, que terminó por intimidarme mas.
Sin embargo, me convirtió en el hombre mas feliz del mundo cuando aceptó.
Me dijo que fuera a su apartamento. Obviamente, yo no tenía ningún familiar viviendo cerca a ella ni ningún documento de hipertensión nuevo interesante
Era un edificio bonito pero no demasiado ostentoso. El portero me hizo pasar luego de anunciarme. Vivía en un cuarto piso. En el ascensor me sentí el mas patán de los hombres, pues con Ll. supuestamente todo iba mejor que nunca. Creo que sentía en mis oídos los latidos del corazón cuando toqué el timbre de su apartamento. Me abrió un muchacho bastante amanerado y mas bajo que yo. Pensé que no podía ser su hermano. "Su mejor amigo quizás?" pensé.
El muchacho me dijo que me sentara en la sala y la esperara. Mientras se dirigía posiblemente hacia la cocina llamó a N. para anunciar mi llegada. No sé cuando tiempo pasó, pero para mi fué una eternidad.
Hasta que de nuevo, la volví a ver. Traía una exquisita blusa de seda rosado claro con la manga hasta un poco mas abajo del codo. Unos pantalones de cuero negros, bastante ceñidos. Creo que solo una o dos veces mas en mi vida había visto una prenda tan hermosamente vestida por una mujer. Se había puesto unas botas también negras, que parecían ser distintas a las que le había visto en la conferencia, pero también tenían un tacón considerablemente alto. El sonido que hacían éstas mientras caminó por el piso de parqué fué realmente para enloquecer. Tenía enredado un cepillo a un lado de su cabello, que parecía recién planchadito.Traía algo así como una hebilla en la boca. Me saludó rápidamente sin siquiera dejarme parar y siguió con una descarada seguridad hacia un espejo que había cerca de la puerta.
Lo que estaba viendo en éste momento explicaba la razón de mi existencia. La explicación que ni Platón, ni Descartes ni el Vaticano le habían podido dar a un ser humano de treinta y seis años. No podia haber nada mas bello sobre la faz de la tierra.
Pero luego se me venía a la cabeza su estatura, la posibilidad de que en realidad si midiera uno con ochenta y siete, su hermosa cara, su ropa, sus botas, su auto, su inteligencia...y estaba al borde de la locura. Ese estado del que tanto hablan ahora parecido a la demencia, llamado enamoramiento se estaba apoderando de mi.
Decidí actuar como el pusilánime que siempre había sido. Esperaría para ver si las cosas se iban a dar. Esperaría a ver si me llamaba. Pero los días pasaron y N. no me llamaba. No estaba acostumbrado a ésto. Con las otras chicas ocurría que ellas finalmente volvían a aparecer por ellas mismas. Pero ésta vez no era así. No soy el tipo mas atractivo del mundo, pero tenía mi orgullo. N. me tenía desesperado. Creía que yo le había interesado. Pero estaba empezando a pensar que simplemente había sido amable conmigo. Todos mis pensamientos terminaban en ella, y siempre concluía que era perfecta.
Pensé en quedarme con la duda. Sin saber para siempre si podía haber sucedido algo o si era una mera ilusión. Pero no aguanté las ganas de averiguarlo y humillándome como nunca, un mes y un día después de aquel cinco de mayo, tomé la decisión de llamarla. . Recuerdo que las manos me temblaban solo con buscar su nombre en la lista de contactos del celular. Casi cuelgo antes de que me contestara pero pensé que sería todavía mas patético. La saliva se me secó al momento de empezar a hablar. Gaguié como nunca lo había hecho. Ella fué muy amable, pero sonaba indiferente y envidiablemente segura comparada con lo que yo estaba sintiendo. Le pregunté si había vuelto a charlas académicas, si ya había conseguido trabajo y que dónde vivía. Con ésta última pregunta logré conseguir una excusa razonable para volverla a ver. Le dije que un familiar mío vivía muy cerca de ella y que tenia un documento de hipertensión muy interesante que me habían dado en un simposio al que ella no había ido y que se lo podía mostrar.
--Quieres que nos veamos?-- contestó con una risa burlona y convencida, que terminó por intimidarme mas.
Sin embargo, me convirtió en el hombre mas feliz del mundo cuando aceptó.
Me dijo que fuera a su apartamento. Obviamente, yo no tenía ningún familiar viviendo cerca a ella ni ningún documento de hipertensión nuevo interesante
Era un edificio bonito pero no demasiado ostentoso. El portero me hizo pasar luego de anunciarme. Vivía en un cuarto piso. En el ascensor me sentí el mas patán de los hombres, pues con Ll. supuestamente todo iba mejor que nunca. Creo que sentía en mis oídos los latidos del corazón cuando toqué el timbre de su apartamento. Me abrió un muchacho bastante amanerado y mas bajo que yo. Pensé que no podía ser su hermano. "Su mejor amigo quizás?" pensé.
El muchacho me dijo que me sentara en la sala y la esperara. Mientras se dirigía posiblemente hacia la cocina llamó a N. para anunciar mi llegada. No sé cuando tiempo pasó, pero para mi fué una eternidad.
Hasta que de nuevo, la volví a ver. Traía una exquisita blusa de seda rosado claro con la manga hasta un poco mas abajo del codo. Unos pantalones de cuero negros, bastante ceñidos. Creo que solo una o dos veces mas en mi vida había visto una prenda tan hermosamente vestida por una mujer. Se había puesto unas botas también negras, que parecían ser distintas a las que le había visto en la conferencia, pero también tenían un tacón considerablemente alto. El sonido que hacían éstas mientras caminó por el piso de parqué fué realmente para enloquecer. Tenía enredado un cepillo a un lado de su cabello, que parecía recién planchadito.Traía algo así como una hebilla en la boca. Me saludó rápidamente sin siquiera dejarme parar y siguió con una descarada seguridad hacia un espejo que había cerca de la puerta.
Lo que estaba viendo en éste momento explicaba la razón de mi existencia. La explicación que ni Platón, ni Descartes ni el Vaticano le habían podido dar a un ser humano de treinta y seis años. No podia haber nada mas bello sobre la faz de la tierra.
domingo, 3 de mayo de 2009
Del odio al amor...
No se si es odio. Pero al menos es envidia, y de la buena.
Envidié a Ll. mas que a nadie hasta que conocí a N. Sigo queriendo ser al menos tan alto como Ll. pero N...me enloquece. Es aún mas alta y no se si habrá alguien tan increíble como ella de nuevo en mi vida. Pero ahora que me dejó por un grandulón, la envidio aún mas.
Ese primer momento en su auto es lo mas excitante que he sentido en mi vida.
Era una reunión académica sobre Cardiología. El salón de conferencia tenía las mesas dispuestas en forma de Ce. Yo llegué un poco tarde y, feliz o infelizmente, me tuve que acomodar en una silla a su lado. Ella estaba hablando con el cardiólogo que iba a dar la charla con bastante confianza. Parecía conocerlo de antes. Yo nunca tuve una relación tan cordial con un profesor. Mi nivel académico no me permitía esos lujos reservados para los mas brillantes. Y por su propiedad para hablar antes, durante y después de la exposición me pude dar cuenta que N. era una médica realmente brillante. Como estaba bonita y a su lado , protocolariamente los saludé a ella y al profe,e intercambié algunas palabras que no recuerdo.
Y no lo recuerdo porque aquella noche mi mente estaba centrada.. en su tamaño. Aunque era (y es ) muy bella, toda la velada estuve calculando su estatura, obsesionado. "Con razón me va tan mal. Yo intentando adivinar su estatura y ella concentrada en lo científico" pensé.
Que cómo me di cuenta de su estatura? Ahí empieza lo emocionante.
Desde que llegué, noté que N. no era pequeña. Pero de ahí a sospechar su real tamaño pasaron unos veinte minutos. La espalda me estaba molestando. No lograba acomodarme en la silla. Creía que ésta estaba descompuesta, como suelta del espaldar, pero no. Así que me di cuenta que la tenía que mirar hacia arriba estando sentado. Entonces me imaginé que mi silla era mas pequeña... pero no era así. Tal vez está sentada sobre una almohada o algo..de nuevo error. No recuerdo sentirme mas pequeño que una mujer mientras permaecía sentado, desde que era niño.
El corazón me empezó a latir a mil por hora. Disimuladamente empecé a fijarme en la longitud de sus piernas y presentí lo peor. Abandonaría aquel lugar lo mas rápido posible para no estar parado junto a ella.
El jefe de los representantes que organizaban la reunión se sentó junto al speaker y empezaron a hablar jobialmente con ella. De pronto, en la conversación, a la que yo no prestaba mucha atención (ya saben porqué) ella, de repente dijo "UNO CON OCHENTA Y SIETE". Luego sus interlocutores se rieron y se miraron sorprendidos y ella sonrió. Y Siguieron hablando, pero ahí si fué mi Troya "interior".
"Uno con ochenta y siete". No podía haber dicho una frase menos crucial. Yo estaba como loco. Se me puso la piel de gallina, la cara estaba encendida y el corazón a dos mil. "Mide uno con ochenta y siete?. Imposible". Trataba de encontrar una explicación. Al fin pude mirar sus zapatos. Traía unas botas de cuero con unos super tacones. "De diez centímetros. Ahí está. La maldita mide es uno con setenta y siete y está hablando de como queda con los taconsotes".
Ya habiendo encontrado una explicación, aún quedaban cuatro centimetros de ventaja. "Pero al menos son menos de los siete que me lleva Ll."pensé.
Pero, en todo caso, no quería pararme al lado de ella. Sería humillante.
Sirvieron la comida y si bien intercambié otras palabras acerca de la "Hipertension secundaria", mi premura era terminar y despedirme para no toparmela a la salida.
Estaba en un hotel donde llegan con frecuencia taxis a recoger a turistas o visitantes. Pero los astros estaban a favor de que conociera a N. No llegaba ninguno en ese momento. Y el tiempo pasaba. Yo miraba nervioso a la salida del salón. Como salí de primero ví salir otros colegas. Ellos, creo que notaron mi intranquilidad. Salian mas pero para mi alivio ella no lo hacía.
Pasaron unos quince minutos cuando empezó a aproximarse por la via de los autos, no un taxi sino un Renault Twingo creo que de los último modelo. Paró junto a donde yo estaba y pitó. Creí que esperaba a otro médico o alguna otra persona, pero me estaba llamando a mí. Como los vidrios era un poco oscuros solo cuando me agaché a ver quien era entré en presíncope. Era N. Era demasiado hermosa para negarme al favor que me iba a hacer de bajarme a un sitio mas cercano donde fuera mas fácil tomar un taxi.
Me subí, obviamente bastante nervioso. Era el ser humano mas hermoso que había tenido tan cerca. Me dijo su nombre. Yo le dije el mío. Cada palabra que me decía era música.
Pero al mismo tiempo yo estaba temblando. Su silla, la del piloto del carro, estaba colocada mas hacia atrás que la mía. Fué cuando pude ver la dimensión de sus piernas. Su tronco definitamente era muy largo. Seguía viéndola hacia arriba en el auto, como en el salón de la charla. Pero yo ya me había hecho a la idea de que era solo cuatro centímetros mas alta.
Intercambiamos teléfonos, porque casualmente teníamos bastantes intereses profesionales en común.
No me la podía sacar de la cabeza. A las dos de la mañana me desperté y casi dormido le mandé un mensaje de texto a Ll. diciéndole que la amaba. Ya no era tan cierto.
Al dia siguiente, fuí a donde Ll., a olvidar del todo a N. "Mi Ll. es mas grande, mi Ll. si es grande" pensaba inconscientemente. Eso lo razoné meses después. Pero no aguanté la tentación de mencionarle a la "chica que decía medir uno con ochenta y siete, pero que sumaba sus bototas de diez centímetros". Ll. se encargó de bajarme de la nube. "No hay tacones de diez centímetros" me dijo.
Además me hizo caer en cuenta que N. me había impactado demasiado. "Ese mensaje que me mandaste anoche parece como si hubieras estado con otra vieja" me dijo. Las mujeres son brujas.
Lo cierto es que después de esas dos noches, N. pasó a ser mi obsesión, mi tótem, mi vida. "No hay tacones de diez centímetros? Será cierto entonces que mide todo eso?.
Si nunca se me olvida el 22 de septiembre de 2000, si que menos se me olvida el 5 de mayo de 2006.
Envidié a Ll. mas que a nadie hasta que conocí a N. Sigo queriendo ser al menos tan alto como Ll. pero N...me enloquece. Es aún mas alta y no se si habrá alguien tan increíble como ella de nuevo en mi vida. Pero ahora que me dejó por un grandulón, la envidio aún mas.
Ese primer momento en su auto es lo mas excitante que he sentido en mi vida.
Era una reunión académica sobre Cardiología. El salón de conferencia tenía las mesas dispuestas en forma de Ce. Yo llegué un poco tarde y, feliz o infelizmente, me tuve que acomodar en una silla a su lado. Ella estaba hablando con el cardiólogo que iba a dar la charla con bastante confianza. Parecía conocerlo de antes. Yo nunca tuve una relación tan cordial con un profesor. Mi nivel académico no me permitía esos lujos reservados para los mas brillantes. Y por su propiedad para hablar antes, durante y después de la exposición me pude dar cuenta que N. era una médica realmente brillante. Como estaba bonita y a su lado , protocolariamente los saludé a ella y al profe,e intercambié algunas palabras que no recuerdo.
Y no lo recuerdo porque aquella noche mi mente estaba centrada.. en su tamaño. Aunque era (y es ) muy bella, toda la velada estuve calculando su estatura, obsesionado. "Con razón me va tan mal. Yo intentando adivinar su estatura y ella concentrada en lo científico" pensé.
Que cómo me di cuenta de su estatura? Ahí empieza lo emocionante.
Desde que llegué, noté que N. no era pequeña. Pero de ahí a sospechar su real tamaño pasaron unos veinte minutos. La espalda me estaba molestando. No lograba acomodarme en la silla. Creía que ésta estaba descompuesta, como suelta del espaldar, pero no. Así que me di cuenta que la tenía que mirar hacia arriba estando sentado. Entonces me imaginé que mi silla era mas pequeña... pero no era así. Tal vez está sentada sobre una almohada o algo..de nuevo error. No recuerdo sentirme mas pequeño que una mujer mientras permaecía sentado, desde que era niño.
El corazón me empezó a latir a mil por hora. Disimuladamente empecé a fijarme en la longitud de sus piernas y presentí lo peor. Abandonaría aquel lugar lo mas rápido posible para no estar parado junto a ella.
El jefe de los representantes que organizaban la reunión se sentó junto al speaker y empezaron a hablar jobialmente con ella. De pronto, en la conversación, a la que yo no prestaba mucha atención (ya saben porqué) ella, de repente dijo "UNO CON OCHENTA Y SIETE". Luego sus interlocutores se rieron y se miraron sorprendidos y ella sonrió. Y Siguieron hablando, pero ahí si fué mi Troya "interior".
"Uno con ochenta y siete". No podía haber dicho una frase menos crucial. Yo estaba como loco. Se me puso la piel de gallina, la cara estaba encendida y el corazón a dos mil. "Mide uno con ochenta y siete?. Imposible". Trataba de encontrar una explicación. Al fin pude mirar sus zapatos. Traía unas botas de cuero con unos super tacones. "De diez centímetros. Ahí está. La maldita mide es uno con setenta y siete y está hablando de como queda con los taconsotes".
Ya habiendo encontrado una explicación, aún quedaban cuatro centimetros de ventaja. "Pero al menos son menos de los siete que me lleva Ll."pensé.
Pero, en todo caso, no quería pararme al lado de ella. Sería humillante.
Sirvieron la comida y si bien intercambié otras palabras acerca de la "Hipertension secundaria", mi premura era terminar y despedirme para no toparmela a la salida.
Estaba en un hotel donde llegan con frecuencia taxis a recoger a turistas o visitantes. Pero los astros estaban a favor de que conociera a N. No llegaba ninguno en ese momento. Y el tiempo pasaba. Yo miraba nervioso a la salida del salón. Como salí de primero ví salir otros colegas. Ellos, creo que notaron mi intranquilidad. Salian mas pero para mi alivio ella no lo hacía.
Pasaron unos quince minutos cuando empezó a aproximarse por la via de los autos, no un taxi sino un Renault Twingo creo que de los último modelo. Paró junto a donde yo estaba y pitó. Creí que esperaba a otro médico o alguna otra persona, pero me estaba llamando a mí. Como los vidrios era un poco oscuros solo cuando me agaché a ver quien era entré en presíncope. Era N. Era demasiado hermosa para negarme al favor que me iba a hacer de bajarme a un sitio mas cercano donde fuera mas fácil tomar un taxi.
Me subí, obviamente bastante nervioso. Era el ser humano mas hermoso que había tenido tan cerca. Me dijo su nombre. Yo le dije el mío. Cada palabra que me decía era música.
Pero al mismo tiempo yo estaba temblando. Su silla, la del piloto del carro, estaba colocada mas hacia atrás que la mía. Fué cuando pude ver la dimensión de sus piernas. Su tronco definitamente era muy largo. Seguía viéndola hacia arriba en el auto, como en el salón de la charla. Pero yo ya me había hecho a la idea de que era solo cuatro centímetros mas alta.
Intercambiamos teléfonos, porque casualmente teníamos bastantes intereses profesionales en común.
No me la podía sacar de la cabeza. A las dos de la mañana me desperté y casi dormido le mandé un mensaje de texto a Ll. diciéndole que la amaba. Ya no era tan cierto.
Al dia siguiente, fuí a donde Ll., a olvidar del todo a N. "Mi Ll. es mas grande, mi Ll. si es grande" pensaba inconscientemente. Eso lo razoné meses después. Pero no aguanté la tentación de mencionarle a la "chica que decía medir uno con ochenta y siete, pero que sumaba sus bototas de diez centímetros". Ll. se encargó de bajarme de la nube. "No hay tacones de diez centímetros" me dijo.
Además me hizo caer en cuenta que N. me había impactado demasiado. "Ese mensaje que me mandaste anoche parece como si hubieras estado con otra vieja" me dijo. Las mujeres son brujas.
Lo cierto es que después de esas dos noches, N. pasó a ser mi obsesión, mi tótem, mi vida. "No hay tacones de diez centímetros? Será cierto entonces que mide todo eso?.
Si nunca se me olvida el 22 de septiembre de 2000, si que menos se me olvida el 5 de mayo de 2006.
viernes, 1 de mayo de 2009
Medium or Small?
Creía que era Large. Esa es mi talla cuando compro ropa. Estaba seguro y orgulloso de ello. Si alguna vez me encontraba con alguien mas alto que yo, simplemente pensaba que se salía del patrón de tamaño normal pero mi vida seguía como si nada.
Hasta que conocí a Ll. En esa época ella tenía unos veinticuatro años y yo treinta. Su figura delgada me recordó a una jugadora de volleyball que conocía. Era pecosa y eso me encanta, sobre todo en las mujeres que no son demasiado blancas. Cuando me aproximé a ella me sorprendió su estatura. Me dijo que medía uno con ochenta. Siete centímetros mas que yo.
Nunca había salido con una chica mas alta que yo. Por eso creo que nunca había notado ese mundo de gigantones que habita a mi alrededor.
Al principio me sentía un poco incómodo con su tamaño, pero su cuerpo y su cara me encantaban, así que esos pensamientos los hacía a un lado.
Hasta que sucedió. No lo puedo olvidar. La noche del viernes 22 de septiembre de 2000. Estabamos Ll. y yo en un centro comercial de la zona exlcusiva de mi ciudad. Estabamos pagando unas revistas en el supermercado que estaba practicamente sin clientes, cuando vi pasar a una pareja hacia uno de los corredores entre los estantes. Nada particular. Hasta que se me ocurrió "la brillante" idea de comprar unas nueces finas y me devolví hacia los estantes, dejando a Ll en la caja. Me dirigía rápidamente hacia el sitio donde estaban las nueces. La pareja que había visto estaba muy cerca de las benditas avellanas asi que me aproximaba raudo hacia ellos. Hasta que estuve a unos pasos. Recuerdo haber frenado abruptamente de caminar. Increíble, el tipo medía como uno con noventa y la chica era del tamaño de Ll.
No sé que me ocurrió. De pronto las sensaciones incómodas que sentía al estar con Ll, se juntaron con la sensacion de estar al lado de ésta pareja. Tuve que acercarme mucho a ellos para obtener lo que quería, y fué la sensación mas extraña que había sentido. Era una mezcla de total incomodidad y total placer. Como un masoquismo sano. La chica ni me miró, el tipo me miró y se sonrió (ggrrr!).
De pronto, el supermercado casi vacío, me hacía pensar inconscientemente, que era el mas pequeño del lugar, aunque no recuerdo si en la caja había una mujer (que tenía que ser mas bajita o si no aquella noche lo hubiera notado todo) o un tipo alto.
Desde ese momento mi vida cambió. De ser un tipo seguro, convencido de ser fuerte e inteligente, me fuí convirtiendo en un "temeroso pequeñín".
Pero estar junto a una chica mucho mas alta que yo es una sensación extraña. A veces me siento como protegido. Pero como quiero ser como ellas, las envidio también.
Un psicólogo al que fuí hace como tres años, me dijo que tenía un trauma de infancia. Que mi mamá no me había protegido lo suficiente de otro adulto que muy probablemente también era una mujer;y eso había creado una sensación de necesidad de protección no resuelta, pero a la vez de un temor a amenazas de una persona con poder sobre mi y probablemente del sexo contrario. También me dijo que tenía unas bases demasiado conservadoras, donde el hombre siempre ha sido el fuerte de la pareja y eso aumentaba mi frustración.
Y en verdad que estoy frustrado. Lo he intentado todo. Desde suplementos para crecer hasta la cirugía. Pero todo ha aumentado aún mas mi desespero. He gastado millones, sin ser rico. Y lo peor es que,siendo médico, se que es casi imposible lograr una mejor estatura. Lo único es la cirugía, pero no está a mi alcance económico. N. me dice que me ayuda con ésto, pero yo soy demasiado orgulloso.
Hasta que conocí a Ll. En esa época ella tenía unos veinticuatro años y yo treinta. Su figura delgada me recordó a una jugadora de volleyball que conocía. Era pecosa y eso me encanta, sobre todo en las mujeres que no son demasiado blancas. Cuando me aproximé a ella me sorprendió su estatura. Me dijo que medía uno con ochenta. Siete centímetros mas que yo.
Nunca había salido con una chica mas alta que yo. Por eso creo que nunca había notado ese mundo de gigantones que habita a mi alrededor.
Al principio me sentía un poco incómodo con su tamaño, pero su cuerpo y su cara me encantaban, así que esos pensamientos los hacía a un lado.
Hasta que sucedió. No lo puedo olvidar. La noche del viernes 22 de septiembre de 2000. Estabamos Ll. y yo en un centro comercial de la zona exlcusiva de mi ciudad. Estabamos pagando unas revistas en el supermercado que estaba practicamente sin clientes, cuando vi pasar a una pareja hacia uno de los corredores entre los estantes. Nada particular. Hasta que se me ocurrió "la brillante" idea de comprar unas nueces finas y me devolví hacia los estantes, dejando a Ll en la caja. Me dirigía rápidamente hacia el sitio donde estaban las nueces. La pareja que había visto estaba muy cerca de las benditas avellanas asi que me aproximaba raudo hacia ellos. Hasta que estuve a unos pasos. Recuerdo haber frenado abruptamente de caminar. Increíble, el tipo medía como uno con noventa y la chica era del tamaño de Ll.
No sé que me ocurrió. De pronto las sensaciones incómodas que sentía al estar con Ll, se juntaron con la sensacion de estar al lado de ésta pareja. Tuve que acercarme mucho a ellos para obtener lo que quería, y fué la sensación mas extraña que había sentido. Era una mezcla de total incomodidad y total placer. Como un masoquismo sano. La chica ni me miró, el tipo me miró y se sonrió (ggrrr!).
De pronto, el supermercado casi vacío, me hacía pensar inconscientemente, que era el mas pequeño del lugar, aunque no recuerdo si en la caja había una mujer (que tenía que ser mas bajita o si no aquella noche lo hubiera notado todo) o un tipo alto.
Desde ese momento mi vida cambió. De ser un tipo seguro, convencido de ser fuerte e inteligente, me fuí convirtiendo en un "temeroso pequeñín".
Pero estar junto a una chica mucho mas alta que yo es una sensación extraña. A veces me siento como protegido. Pero como quiero ser como ellas, las envidio también.
Un psicólogo al que fuí hace como tres años, me dijo que tenía un trauma de infancia. Que mi mamá no me había protegido lo suficiente de otro adulto que muy probablemente también era una mujer;y eso había creado una sensación de necesidad de protección no resuelta, pero a la vez de un temor a amenazas de una persona con poder sobre mi y probablemente del sexo contrario. También me dijo que tenía unas bases demasiado conservadoras, donde el hombre siempre ha sido el fuerte de la pareja y eso aumentaba mi frustración.
Y en verdad que estoy frustrado. Lo he intentado todo. Desde suplementos para crecer hasta la cirugía. Pero todo ha aumentado aún mas mi desespero. He gastado millones, sin ser rico. Y lo peor es que,siendo médico, se que es casi imposible lograr una mejor estatura. Lo único es la cirugía, pero no está a mi alcance económico. N. me dice que me ayuda con ésto, pero yo soy demasiado orgulloso.
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